Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Juan 11:6
Este pasaje de las Escrituras parece inusual y extraño. Además, suscita ciertos interrogantes en la mente de los lectores. Realmente no encaja en el contexto de la hora de necesidad y urgencia que vive una familia muy cercana al corazón amante y bondadoso del Señor Jesús.
Jesús recibe la noticia de que uno de sus mejores amigos está enfermo. Sabe perfectamente bien que hay corazones desesperados por la crisis que están viviendo, pero no hace nada. Decide permanecer en el mismo lugar donde se encuentra. Todos pensaríamos que lo lógico habría sido que, tan pronto como Jesús hubiese recibido el mensaje sobre el estado de salud de Lázaro, hubiese salido corriendo para atender la petición urgente que se le acababa de presentar. Lo mismo pensaban María y Marta. Ellas sabían que todo se arreglaría tan pronto Jesús llegara a la aldea de Betania. Sin embargo, en lugar de salir corriendo, Jesús se quedó donde estaba dos días más. Estaba a dos días de viaje de Betania, así que, cuando finalmente llegó, habían trascurrido cuatro días desde que recibió el mensaje. Cuando llego, Lázaro ya estaba muerto.
Este pasaje presenta ante nosotros un asunto importante: ¿Qué hacer cuando Dios se demora? Digo que este asunto es muy importe porque es posible que hayas tenido la experiencia de pedir a Dios alguna cosa, como encontrar un empleo, romper con un mal hábito o detener la amenaza de una quiebra financiera sin que nada haya sucedido. O quizá has pedido la dirección de Dios para tomar decisiones importantes, pero no llega la respuesta a tu solicitud. Quizás has rogado en oración por la salud de un ser querido y esa persona cercana a tu corazón no solo no sanó, sino que, en lugar de recuperarse, murió. Quizá tuviste problemas en tu negocio y alguien te dijo que confiaras en el Señor, pero las cosas fueron a peor. Esperabas una palabra de parte Dios, pero lo único que hubo fue silencio. ¿Qué haces cuando todo esto sucede? ¿Qué hacer cuando suceden cosas que no se pueden explicar? El silencio y la demora de Dios en responder nos desesperan. Pensamos: «¿Por qué Dios no actúa? ¿Por qué se demora?»
Aunque la historia de la enfermedad de Lázaro presenta todo un dilema, de ella podemos aprender que las demoras de Dios tienen un propósito y que son dilaciones de amor para traer gloria a su nombre y lo mejor para sus hijos. Ante las demoras de Dios, las palabras del patriarca Job deben ser nuestra fortaleza: «He aquí, aunque él me matare, en él esperaré» (Job 13:15).
Tomado de la matutina Siempre Gozosos
Este pasaje de las Escrituras parece inusual y extraño. Además, suscita ciertos interrogantes en la mente de los lectores. Realmente no encaja en el contexto de la hora de necesidad y urgencia que vive una familia muy cercana al corazón amante y bondadoso del Señor Jesús.
Jesús recibe la noticia de que uno de sus mejores amigos está enfermo. Sabe perfectamente bien que hay corazones desesperados por la crisis que están viviendo, pero no hace nada. Decide permanecer en el mismo lugar donde se encuentra. Todos pensaríamos que lo lógico habría sido que, tan pronto como Jesús hubiese recibido el mensaje sobre el estado de salud de Lázaro, hubiese salido corriendo para atender la petición urgente que se le acababa de presentar. Lo mismo pensaban María y Marta. Ellas sabían que todo se arreglaría tan pronto Jesús llegara a la aldea de Betania. Sin embargo, en lugar de salir corriendo, Jesús se quedó donde estaba dos días más. Estaba a dos días de viaje de Betania, así que, cuando finalmente llegó, habían trascurrido cuatro días desde que recibió el mensaje. Cuando llego, Lázaro ya estaba muerto.
Este pasaje presenta ante nosotros un asunto importante: ¿Qué hacer cuando Dios se demora? Digo que este asunto es muy importe porque es posible que hayas tenido la experiencia de pedir a Dios alguna cosa, como encontrar un empleo, romper con un mal hábito o detener la amenaza de una quiebra financiera sin que nada haya sucedido. O quizá has pedido la dirección de Dios para tomar decisiones importantes, pero no llega la respuesta a tu solicitud. Quizás has rogado en oración por la salud de un ser querido y esa persona cercana a tu corazón no solo no sanó, sino que, en lugar de recuperarse, murió. Quizá tuviste problemas en tu negocio y alguien te dijo que confiaras en el Señor, pero las cosas fueron a peor. Esperabas una palabra de parte Dios, pero lo único que hubo fue silencio. ¿Qué haces cuando todo esto sucede? ¿Qué hacer cuando suceden cosas que no se pueden explicar? El silencio y la demora de Dios en responder nos desesperan. Pensamos: «¿Por qué Dios no actúa? ¿Por qué se demora?»
Aunque la historia de la enfermedad de Lázaro presenta todo un dilema, de ella podemos aprender que las demoras de Dios tienen un propósito y que son dilaciones de amor para traer gloria a su nombre y lo mejor para sus hijos. Ante las demoras de Dios, las palabras del patriarca Job deben ser nuestra fortaleza: «He aquí, aunque él me matare, en él esperaré» (Job 13:15).
Tomado de la matutina Siempre Gozosos
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