Sí, vengo pronto, y traigo el premio que voy a dar a cada uno conforme a lo que haya hecho. apocalipsis 22: 12
Jovencitas, prepárense, Nos vamos en unos minutos. Esto siempre sucedía cuando íbamos de visita a la casa de otras personas. Los adultos hablaban con facilidad unos con otros, pero a mi hermana y a mí nos costaba familiarizarnos con sus hijos. Al final, acabábamos por bajar las escaleras y ponernos a jugar. Justo en el momento en que empezábamos a divertirnos, teníamos que volver a casa. Sabía que al menos, habría dos avisos antes de irnos de verdad. Por eso, cuando llegaba el primero, echaba un vistazo alrededor y miraba con qué no había jugado todavía. —¡Uau, un automóvil con control remoto! Siempre quise jugar con uno. ¡Oh, y ahí hay un par de zancos! —Karen, Renee, no lo repetiré. Nos vamos ya —este era el segundo aviso. A regañadientes, mi hermana y yo subíamos las escaleras, dando la espalda a todas, las cosas divertidas con las que no habíamos podido jugar. ¿Alguna vez te sientes así cuando piensas en ir al cielo? Seguro que quieres ir, porque ¡hay tantas cosas que querrías hacer antes de dejar la tierra! Sé que mis alumnos esperan ir a la universidad, tener un buen empleo y comprarse un automóvil. Me han dicho que tienen la esperanza de que Jesús espere unos cuantos años más para regresar. Satanás intenta confundirnos para que pensemos que toda la acción está en la tierra. No quiere que tengamos lo que él perdió. Por eso hace que nos embarquemos en grandes planes para el futuro aquí en la tierra en lugar de ansiar la eternidad en el cielo. Cuando lleguemos al cielo, «las cosas de la tierra se desvanecerán de manera extraña». No nos quejaremos de que Jesús viniese demasiado pronto. Desearemos que hubiese regresado mucho antes.
Tomado de la Matutina El viaje increible.
Jovencitas, prepárense, Nos vamos en unos minutos. Esto siempre sucedía cuando íbamos de visita a la casa de otras personas. Los adultos hablaban con facilidad unos con otros, pero a mi hermana y a mí nos costaba familiarizarnos con sus hijos. Al final, acabábamos por bajar las escaleras y ponernos a jugar. Justo en el momento en que empezábamos a divertirnos, teníamos que volver a casa. Sabía que al menos, habría dos avisos antes de irnos de verdad. Por eso, cuando llegaba el primero, echaba un vistazo alrededor y miraba con qué no había jugado todavía. —¡Uau, un automóvil con control remoto! Siempre quise jugar con uno. ¡Oh, y ahí hay un par de zancos! —Karen, Renee, no lo repetiré. Nos vamos ya —este era el segundo aviso. A regañadientes, mi hermana y yo subíamos las escaleras, dando la espalda a todas, las cosas divertidas con las que no habíamos podido jugar. ¿Alguna vez te sientes así cuando piensas en ir al cielo? Seguro que quieres ir, porque ¡hay tantas cosas que querrías hacer antes de dejar la tierra! Sé que mis alumnos esperan ir a la universidad, tener un buen empleo y comprarse un automóvil. Me han dicho que tienen la esperanza de que Jesús espere unos cuantos años más para regresar. Satanás intenta confundirnos para que pensemos que toda la acción está en la tierra. No quiere que tengamos lo que él perdió. Por eso hace que nos embarquemos en grandes planes para el futuro aquí en la tierra en lugar de ansiar la eternidad en el cielo. Cuando lleguemos al cielo, «las cosas de la tierra se desvanecerán de manera extraña». No nos quejaremos de que Jesús viniese demasiado pronto. Desearemos que hubiese regresado mucho antes.
Tomado de la Matutina El viaje increible.
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