viernes, 28 de agosto de 2009

CONDUCIR DESDE EL ASIENTO TRASERO

El ángel del Señor protege y salva a los que honran al Señor. Salmo 34: 7

Hacía muy poco que había acabado el curso y el estudiante universitario Melvin Eisele tenía intención de dirigirse en automóvil hada el norte de lowa. Allí empezaría a trabajar vendiendo libros cristianos. Después de hacer el equipaje y limpiar su habitación, Melvin estaba cansado. Habría preferido empezar el viaje después de una noche de descanso, pero tenía una cita a la mañana siguiente. Así que cargó el automóvil y empezó el viaje de cuatrocientos kilómetros. A medida que transcurrían las horas, se le hacía más difícil permanecer despierto. «Apenas puedo mantener los ojos abiertos», pensaba. «¿Cuándo acabará de una vez este viaje?» Finalmente, vio una señal que indicaba: Des Moines, 40 millas (casi 65 kilómetros). Es lo último que recuerda. El estruendo de la bocina de un camión atrajo su atención y se levantó y miró a través del parabrisas justo a tiempo de ver unas luces brillantes que se le echaban encima. Luego se acostó de nuevo. Volvió a abrir los ojos cuando el automóvil pasaba bajo un puente. Más tarde, Melvin se despertó lo suficiente para ver algunas luces que pasaban de largo. Eso no tenía sentido. Se suponía que no tenía que pasar por ninguna dudad. De repente, algo lo sacó de sus sueños. «¿Dónde estoy?», pensó. «Esto no es mi dormitorio. ¿Qué sucede?» Se enderezó y vio que iba por la autopista. Giró el volante y se detuvo en la cuneta. ¿Quién había conducido mientras él dormía tumbado en el asiento delantero? Después de mirar alrededor del vehículo, Melvin se dio cuenta de que estaba completamente solo. Bueno, no exactamente... En el asiento de atrás estaba sentado un conductor celestial que se había hecho cargo de la situación hasta que Melvin termino su siesta.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

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