Ese soy yo, el que habla contigo —le dijo Jesús (S. Juan 4:26).
Cada mañana mi rutina era terrible. Mi camino hasta el centro de la ciudad me hacía llegar fatigada al trabajo, en la tarde recorría una larga distancia para ir a la escuela; así que con los compromisos laborales y educativos tenía poco tiempo para Dios. Debido a esto, mi familia no me tomaba mucho en cuenta para los eventos sociales, ya que se hablan acostumbrado a mis ausencias; además tenía pocos amigos. Uno de esos días que iba de regreso a casa, bastante tarde por cierto, Dios me hizo reflexionar en lo vacía que era una vida como la mía. Aunque trataba de no escuchar, empecé a llorar y le dije: «Tienes razón, mi vida es materialmente vacía, no soy feliz, ayúdame». No fue una oración muy larga, pero sentí que me había quitado Dios un costal de problemas que ya no podía cargar más. Dios me transformó después de una oración sencilla y sincera. Es increíble. Escuchar a Dios es lo más hermoso que ha pasado en mi vida. Si no fuera por él, sé que ahora no sería tan feliz al lado de mi amado esposo y mis dos pequeños hijos. No renuncié a mi carrera ni a mis deseos profesionales, únicamente escuché a Dios por un momento y acepté que él rigiera mi vida. Todas tenemos las mismas oportunidades, Dios nos hace el llamado y la decisión es nuestra. Jesús habló con la mujer Samaritana. Él sabía el momento y el lugar adecuados. Ella se limitó a aceptar su llamado y habló a los samaritanos del Mesías. Muchos de ellos creyeron primero por el testimonio de la mujer, y después porque lograron escuchar la voz de Jesús de manera personal.
Cada mañana mi rutina era terrible. Mi camino hasta el centro de la ciudad me hacía llegar fatigada al trabajo, en la tarde recorría una larga distancia para ir a la escuela; así que con los compromisos laborales y educativos tenía poco tiempo para Dios. Debido a esto, mi familia no me tomaba mucho en cuenta para los eventos sociales, ya que se hablan acostumbrado a mis ausencias; además tenía pocos amigos. Uno de esos días que iba de regreso a casa, bastante tarde por cierto, Dios me hizo reflexionar en lo vacía que era una vida como la mía. Aunque trataba de no escuchar, empecé a llorar y le dije: «Tienes razón, mi vida es materialmente vacía, no soy feliz, ayúdame». No fue una oración muy larga, pero sentí que me había quitado Dios un costal de problemas que ya no podía cargar más. Dios me transformó después de una oración sencilla y sincera. Es increíble. Escuchar a Dios es lo más hermoso que ha pasado en mi vida. Si no fuera por él, sé que ahora no sería tan feliz al lado de mi amado esposo y mis dos pequeños hijos. No renuncié a mi carrera ni a mis deseos profesionales, únicamente escuché a Dios por un momento y acepté que él rigiera mi vida. Todas tenemos las mismas oportunidades, Dios nos hace el llamado y la decisión es nuestra. Jesús habló con la mujer Samaritana. Él sabía el momento y el lugar adecuados. Ella se limitó a aceptar su llamado y habló a los samaritanos del Mesías. Muchos de ellos creyeron primero por el testimonio de la mujer, y después porque lograron escuchar la voz de Jesús de manera personal.
Gabriela Carreña Calva
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
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