Y el día diez del mes séptimo, es decir, el día del Perdón, harás resonar la trompeta por todo Israel (Levítico 25: 9).
¡Qué bonito sería tener un día especial para celebrar el día del perdon! ¡Cuántas de nosotras guardarnos algún resentimiento o problema con alguien y pasamos años sin poder resolverlo! Había una vez dos hermanas que desde muy pequeñas se peleaban y tenían muchos problemas, hasta que un día esa pelea fue tan fuerte que no se volvieron a dirigir la palabra. Cada una hizo su vida y dejaron de comunicarse por muchos años. Durante todo ese tiempo ninguna hizo nada por arreglar la situación.
Un día, una de ellas se enfermó, así que la familia le avisó a su hermana y ésta decidió ir a visitarla al hospital. Las dos conversaron un buen rato y trataron de arreglar lo que por tantos años habían ido guardando en sus corazones. Parecía que todo había salido bien y que estaba resuelto. Pero al despedirse, antes de que su hermana saliera del cuarto, la enferma le dijo: «Recuerda que si me muero estás perdonada, pero si no todo será como antes». ¿Cuántas de nosotras hemos vivido una situación similar? ¿Perdonamos realmente o nos sucede como a estas hermanas? En la vida hay situaciones muy difíciles y que hacen casi imposible perdonar de corazón. Es por eso que cada día tenemos que tomarnos de la mano del único que perdona todo y que dejó su ejemplo para nosotras exclamando desde la cruz: «Perdónalos porque no saben lo que hacen». Y nos ordena que nos perdonemos nuestras ofensas unos a otros. Celebremos diariamente el día del perdón y no alberguemos en nuestro corazón nada que pueda alejarnos de nuestro Dios.
¡Qué bonito sería tener un día especial para celebrar el día del perdon! ¡Cuántas de nosotras guardarnos algún resentimiento o problema con alguien y pasamos años sin poder resolverlo! Había una vez dos hermanas que desde muy pequeñas se peleaban y tenían muchos problemas, hasta que un día esa pelea fue tan fuerte que no se volvieron a dirigir la palabra. Cada una hizo su vida y dejaron de comunicarse por muchos años. Durante todo ese tiempo ninguna hizo nada por arreglar la situación.
Un día, una de ellas se enfermó, así que la familia le avisó a su hermana y ésta decidió ir a visitarla al hospital. Las dos conversaron un buen rato y trataron de arreglar lo que por tantos años habían ido guardando en sus corazones. Parecía que todo había salido bien y que estaba resuelto. Pero al despedirse, antes de que su hermana saliera del cuarto, la enferma le dijo: «Recuerda que si me muero estás perdonada, pero si no todo será como antes». ¿Cuántas de nosotras hemos vivido una situación similar? ¿Perdonamos realmente o nos sucede como a estas hermanas? En la vida hay situaciones muy difíciles y que hacen casi imposible perdonar de corazón. Es por eso que cada día tenemos que tomarnos de la mano del único que perdona todo y que dejó su ejemplo para nosotras exclamando desde la cruz: «Perdónalos porque no saben lo que hacen». Y nos ordena que nos perdonemos nuestras ofensas unos a otros. Celebremos diariamente el día del perdón y no alberguemos en nuestro corazón nada que pueda alejarnos de nuestro Dios.
Elmy González de Flores
Tomado de Manifestaciones de su amor
Tomado de Manifestaciones de su amor
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