viernes, 25 de septiembre de 2009

OLVÍDATE DE LOS ATAJOS

Todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba. Santiago 1: 17
Cuando los alumnos de álgebra I empezaron a quejarse porque en casa tendrían que corregir los problemas en los que se habían equivocado, mi esposo les planteó un desafío. Si escribían todos los números de 1 a 1,000,000 les pondría un sobresaliente en Álgebra y no tendrían que hacer los deberes.
¡Vaya cosa! Escribir números es mucho más fácil que hacer cálculos de álgebra. Asi que algunos de los alumnos sacaron sus cuadernos y empezaron a escribir.
Pero al cabo de dos días todos estaban haciendo los deberes. Habían descubierto que escribir números llevaba mucho más tiempo de lo que habían esperado.
Si los alumnos se hubiesen pasado todo el tiempo de la clase escribiendo números, completar la tarea les habría costado seis años. Lo que pensaron que sería un atajo se reveló como mucho más difícil que hacer los deberes.
A veces, a la gente también le gusta tomar atajos en la vida espiritual. Todos quieren llegar al cielo, pero no quieren pagar el precio de seguir a Jesús.
Quieren vivir la vida según sus propias condiciones y tener libertad completa para hacer lo que deseen. Nada de restricciones ni abnegación. Pero, al fin, los cristianos que toman atajos descubren que las restricciones de Dios son, en realidad, un don que él da para conservar su felicidad.
Dios nos aconseja que evitemos ciertas cosas como la carne impura, las drogas, el alcohol y el tabaco porque quiere que gocemos de buena salud, mental y física. Espera que sus seguidores no se acerquen a la pornografía, las películas inmorales y a la música violenta y sensual; de ese modo sus mentes no se degradarán.
Él nos pide que, en sábado, renunciemos a nuestros propios placeres para que nos demos cuenta de lo mucho que necesitamos que él dirija nuestra vida. Dios quiere que solo tengamos lo mejor. Y lo tendremos si hacemos las cosas a su manera. 
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

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