Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano (5. Mateo 18: 35).
Hace algunos años una compañera le hizo un comentario a una amiga mía diciéndole que yo lo habla dicho lisio hizo que mi amiga dejara de hablarme. En ese entonces no entendía el porqué de la actitud de mi amiga. Después de varios años de hacerme la misma pregunta, mi amiga se dio cuenta del engaño. Lo que ella quería era deshacer nuestra amistad y hasta ese momento lo había logrado.
Cuando ella me comentó sentí algo de resentimiento hacia esa compañera. Cada vez que nos encontrábamos recordaba lo sucedido. Ella no sabía lo que pasaba dentro de mí. Tuvo que pasar algún tiempo para que esa herida pudiera ser sanada. La medicina para esa herida sin duda fue el perdón. Pero quiero decirte que no fue nada fácil, porque en nosotros no está el perdonar. El perdón es un don de Dios. Pero me alegra saber que, si con humildad en nuestro corazón se lo pedimos, él nos capacita para perdonar a quienes nos han ofendido.
Pero si no perdonamos nos dañamos a nosotras mismas. Richard O'ffill dice en su libro El cristiano victorioso: «Cuantío acumulamos resentimiento contra alguien en nuestro corazón eso bloquea nuestra mente; se afecta todo lo que pensamos y hacemos, y hasta podría modificar nuestra personalidad».
La Biblia también nos dice en S. Marcos 11: 25 y 26: «Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados es más fácil perdonar cuando te piden perdón, ¡pero qué difícil es cuando no lo hacen! Pero si queremos ser cristianas victoriosas necesitamos ganar esa batalla. Debemos ser humildes como Jesús.
Cuando nuestro cuerpo tiene alguna herida es natural que sangre, de igual manera cuando nos ofenden es natural, en nuestra condición caída, el resentimiento. Pero así como Dios puso en nuestro cuerpo un sistema para reparar la herida, también nos ha dado un don maravilloso para sanar nuestra alma. Querida amiga, si en este momento tienes en tu corazón algún resentimiento contra alguien, te invito a que de rodillas se lo cuentes a Dios y le pidas que ponga en tu corazón el don maravilloso del perdón.
Hace algunos años una compañera le hizo un comentario a una amiga mía diciéndole que yo lo habla dicho lisio hizo que mi amiga dejara de hablarme. En ese entonces no entendía el porqué de la actitud de mi amiga. Después de varios años de hacerme la misma pregunta, mi amiga se dio cuenta del engaño. Lo que ella quería era deshacer nuestra amistad y hasta ese momento lo había logrado.
Cuando ella me comentó sentí algo de resentimiento hacia esa compañera. Cada vez que nos encontrábamos recordaba lo sucedido. Ella no sabía lo que pasaba dentro de mí. Tuvo que pasar algún tiempo para que esa herida pudiera ser sanada. La medicina para esa herida sin duda fue el perdón. Pero quiero decirte que no fue nada fácil, porque en nosotros no está el perdonar. El perdón es un don de Dios. Pero me alegra saber que, si con humildad en nuestro corazón se lo pedimos, él nos capacita para perdonar a quienes nos han ofendido.
Pero si no perdonamos nos dañamos a nosotras mismas. Richard O'ffill dice en su libro El cristiano victorioso: «Cuantío acumulamos resentimiento contra alguien en nuestro corazón eso bloquea nuestra mente; se afecta todo lo que pensamos y hacemos, y hasta podría modificar nuestra personalidad».
La Biblia también nos dice en S. Marcos 11: 25 y 26: «Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados es más fácil perdonar cuando te piden perdón, ¡pero qué difícil es cuando no lo hacen! Pero si queremos ser cristianas victoriosas necesitamos ganar esa batalla. Debemos ser humildes como Jesús.
Cuando nuestro cuerpo tiene alguna herida es natural que sangre, de igual manera cuando nos ofenden es natural, en nuestra condición caída, el resentimiento. Pero así como Dios puso en nuestro cuerpo un sistema para reparar la herida, también nos ha dado un don maravilloso para sanar nuestra alma. Querida amiga, si en este momento tienes en tu corazón algún resentimiento contra alguien, te invito a que de rodillas se lo cuentes a Dios y le pidas que ponga en tu corazón el don maravilloso del perdón.
Gladys Murrieta de King
Tomado de Manifestaciones de su amor
Tomado de Manifestaciones de su amor
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