Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor (Romanos 8:38, 39).
En estos versos Pablo expresa su propia convicción personal de que ningún poder celestial o terrenal en el tiempo o en la eternidad, puede separarnos del amor divino. Con esto no quiere decir que es imposible que un creyente caiga, se aparte o se pierda. Lo que quiere decir es que nadie puede arrancarnos de los brazos de Cristo contra nuestra voluntad. El pensamiento de Pablo es que no se puede pensar en nada en todo el universo que sea capaz de apartar a un cristiano de su amante Salvador. Con esta expresión de ilimitada confianza en el amor de Dios que salva, el apóstol llega al climax de su explicación del plan de Dios para la restauración del hombre. Cada día la humanidad enfrenta serios problemas: drogadicción, alcoholismo, tabaquismo, desintegración familiar, homosexualismo, lesbianismo, divorcios, entre otros. Las personas que leemos la Biblia oramos, compartimos el mensaje de Jesús, desempeñamos un cargo al servicio de la iglesia y nos llamamos cristianos; no podemos pensar, creer, y menos decir que estamos exentas de vernos envueltas de alguna forma en dichos problemas y pecados. La infidelidad también hace estragos en el matrimonio, arma muy poderosa que el enemigo de Dios usa para hacer sufrir al Salvador, y a nosotras sus hijas. Satanás quiere destruir la institución del matrimonio, y de no estar alertas a las tentaciones y dependiendo de Jesús, nos hará caer. Pero lo cierto es que nada puede separarnos del amor de Dios, ni el desmembramiento de una familia. En este punto quiero decirte que hay un gran antídoto para no amargarse la vida después de una experiencia de este tipo: el perdón. Parece muy sencillo, pero el orgullo es tan grande que muchas veces nos impide ser felices por negarnos a perdonar. Te invito a recordar que nada te puede separar de Cristo, ni tus peores problemas; y que el perdón puede ser la gran solución que necesita tu vida.
En estos versos Pablo expresa su propia convicción personal de que ningún poder celestial o terrenal en el tiempo o en la eternidad, puede separarnos del amor divino. Con esto no quiere decir que es imposible que un creyente caiga, se aparte o se pierda. Lo que quiere decir es que nadie puede arrancarnos de los brazos de Cristo contra nuestra voluntad. El pensamiento de Pablo es que no se puede pensar en nada en todo el universo que sea capaz de apartar a un cristiano de su amante Salvador. Con esta expresión de ilimitada confianza en el amor de Dios que salva, el apóstol llega al climax de su explicación del plan de Dios para la restauración del hombre. Cada día la humanidad enfrenta serios problemas: drogadicción, alcoholismo, tabaquismo, desintegración familiar, homosexualismo, lesbianismo, divorcios, entre otros. Las personas que leemos la Biblia oramos, compartimos el mensaje de Jesús, desempeñamos un cargo al servicio de la iglesia y nos llamamos cristianos; no podemos pensar, creer, y menos decir que estamos exentas de vernos envueltas de alguna forma en dichos problemas y pecados. La infidelidad también hace estragos en el matrimonio, arma muy poderosa que el enemigo de Dios usa para hacer sufrir al Salvador, y a nosotras sus hijas. Satanás quiere destruir la institución del matrimonio, y de no estar alertas a las tentaciones y dependiendo de Jesús, nos hará caer. Pero lo cierto es que nada puede separarnos del amor de Dios, ni el desmembramiento de una familia. En este punto quiero decirte que hay un gran antídoto para no amargarse la vida después de una experiencia de este tipo: el perdón. Parece muy sencillo, pero el orgullo es tan grande que muchas veces nos impide ser felices por negarnos a perdonar. Te invito a recordar que nada te puede separar de Cristo, ni tus peores problemas; y que el perdón puede ser la gran solución que necesita tu vida.
Anónimo
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
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