No digan malas palabras, sino solo palabras buenas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen. Epesios 2: 8, 9
Y bien, ¿cómo fue el desafío memorial Bruce Diaso de ayer? ¿Fuiste capaz de mantener la actitud positiva durante todo un día? Las quejas no son el único problema que tenemos con las palabras. A veces nos gusta usarlas para intimidar y herir a los demás. El autor Hal Urban afirma que:
«Palos y piedras quizá mis huesos quiebran, pero las palabras siempre me degüellan» sería la mejor manera de resumir cómo nos afectan las palabras negativas. Cuando la gente dice cosas hirientes no suele darse cuenta del efecto que sus palabras tienen en los demás. Hace más de setenta años, cuando mi madre tenía diez años, otra jovencita le dijo que tenía las orejas grandes. Minutos más tarde la niña se olvidó de lo que había dicho, pero mi madre desde entonces ha sido sensible a la medida de sus orejas, incluso a pesar de que sus orejas son menores que la media. El versículo para hoy nos recuerda que es preciso vigilar lo que decimos. Piensa antes de hablar. Asegúrate de que tus palabras son una bendición para los demás.
Tomado de la matutina el Vieja Increíble.
Y bien, ¿cómo fue el desafío memorial Bruce Diaso de ayer? ¿Fuiste capaz de mantener la actitud positiva durante todo un día? Las quejas no son el único problema que tenemos con las palabras. A veces nos gusta usarlas para intimidar y herir a los demás. El autor Hal Urban afirma que:
- Cada día, más de ciento sesenta mil niños se quedan en casa y no van a la escuela a causa de las humillaciones a las que los someten sus compañeros.
- En un mes, más de dos tercios de los alumnos son objeto de burlas o cuchicheos en
- la escuela.
- Casi un tercio de los alumnos de los grados comprendidos entre sexto y décimo ha sufrido acoso escolar
«Palos y piedras quizá mis huesos quiebran, pero las palabras siempre me degüellan» sería la mejor manera de resumir cómo nos afectan las palabras negativas. Cuando la gente dice cosas hirientes no suele darse cuenta del efecto que sus palabras tienen en los demás. Hace más de setenta años, cuando mi madre tenía diez años, otra jovencita le dijo que tenía las orejas grandes. Minutos más tarde la niña se olvidó de lo que había dicho, pero mi madre desde entonces ha sido sensible a la medida de sus orejas, incluso a pesar de que sus orejas son menores que la media. El versículo para hoy nos recuerda que es preciso vigilar lo que decimos. Piensa antes de hablar. Asegúrate de que tus palabras son una bendición para los demás.
Tomado de la matutina el Vieja Increíble.
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