El testigo falso no quedará sin castigo; el mentiroso no saldrá bien librado. Proverbios 19: 5
El 23 de agosto de 1799, la armada inglesa capturó un barco mercante americano llamado Nancy. Inglaterra estaba en guerra contra Francia, España y Holanda, y estaba convencida de que la tripulación del Nancy había proveído armas a los holandeses en la isla de Curazao. Pero cuando fueron llevados ante los tribunales, los americanos afirmaron que no habían hecho nada malo. Después de revisar los hechos, los jueces decidieron que no había pruebas suficientes para declararlos culpables. Justo cuando el tribunal estaba a punto de levantar la sesión, un teniente inglés entró en la sala de audiencias. —Tengo la prueba de que hubo una entrega de armas para los holandeses —dijo—. Esta misma mañana hemos encontrado esto en el estómago de un tiburón. El teniente entregó al juez un legajo de papeles mojados. Cuando el juez inspeccionó la prueba, se dio cuenta de que era lo que necesitaban para confiscar el barco. Tenía en las manos el registro real de la venta de las armas. Días antes, cuando el capitán del barco americano se dio cuenta de que estaban a punto de ser arrestados, ató en un fajo todos los documentos concernientes a la venta de armas y los arrojó por la borda. Pero nunca llegaron al fondo del océano. Un tiburón que pasaba por allí se los tragó. El día del juicio, el tiburón fue capturado y cuando abrieron su estómago descubrieron los documentos. El capitán del Nancy pensó que la mentira colaría, pero al final la verdad salió a la luz. Las mentiras nunca son la solución a un problema. Son solo una solución temporal que solo consigue empeorar las cosas.
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
El 23 de agosto de 1799, la armada inglesa capturó un barco mercante americano llamado Nancy. Inglaterra estaba en guerra contra Francia, España y Holanda, y estaba convencida de que la tripulación del Nancy había proveído armas a los holandeses en la isla de Curazao. Pero cuando fueron llevados ante los tribunales, los americanos afirmaron que no habían hecho nada malo. Después de revisar los hechos, los jueces decidieron que no había pruebas suficientes para declararlos culpables. Justo cuando el tribunal estaba a punto de levantar la sesión, un teniente inglés entró en la sala de audiencias. —Tengo la prueba de que hubo una entrega de armas para los holandeses —dijo—. Esta misma mañana hemos encontrado esto en el estómago de un tiburón. El teniente entregó al juez un legajo de papeles mojados. Cuando el juez inspeccionó la prueba, se dio cuenta de que era lo que necesitaban para confiscar el barco. Tenía en las manos el registro real de la venta de las armas. Días antes, cuando el capitán del barco americano se dio cuenta de que estaban a punto de ser arrestados, ató en un fajo todos los documentos concernientes a la venta de armas y los arrojó por la borda. Pero nunca llegaron al fondo del océano. Un tiburón que pasaba por allí se los tragó. El día del juicio, el tiburón fue capturado y cuando abrieron su estómago descubrieron los documentos. El capitán del Nancy pensó que la mentira colaría, pero al final la verdad salió a la luz. Las mentiras nunca son la solución a un problema. Son solo una solución temporal que solo consigue empeorar las cosas.
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
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