Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas (Proverbios 3:6).
Es sorprendente ver cómo nuestro Dios dirige nuestras vidas y, más cuando humanamente creemos haber perdido algo, él lo transforma para que podamos ser instrumentos útiles en el servicio. Sucedió aproximadamente hace diecinueve años. Trabajaba en la Ciudad de México como enfermera, con un buen puesto al lado de mi esposo y nuestra primera hija. Fue la voluntad de Dios que mi esposo continuara sus estudios de Teología en la Universidad de Montemorelos, y después de recibir una beca nos trasladamos a dicho lugar donde estuvimos dos años.
Al terminar nos enviaron al Estado de Morelos. Todo marchaba bien, había podido conservar mi trabajo y las actividades de la iglesia; lo difícil fue cuando tuvimos que ir a Poza Rica, Veracruz. Ahora era difícil conservar el trabajo. No había alternativas. Así que después de considerarlo tuve que renunciar con 17 años de antigüedad; fue difícil, pero era mi trabajo o el ministerio. Decidí por el ministerio. Me consolaba la confianza en que Dios me ayudaría a superarlo y que él satisfaría mis necesidades y no me abandonaría.
Mas adelante comprendí el propósito divino. Mi madre fue intervenida quirúrgicamente imposibilitándole la ambulación, de manera que requirió cuidados especiales durante más de cinco años. Ahora estaba en condiciones de estar con ella en los momentos cuando más lo necesitaba. Hoy ella descansa en el Señor. «La senda puede ser empinada y escabrosa, pero Jesús ha recorrido ese camino; sus pies han pisado las crueles espinas, para hacernos más fácil el camino. El mismo ha soportado todas la cargas que nosotros estamos llamados a soportar» (El Deseado de todas la gentes, p. 446). Amiga, cuantas veces la pregunta es: ¿Por qué, Señor? En mi experiencia puedo decirte que él sabe lo que es mejor para nosotras, y en su debido tiempo nos lo hará saber. Espero que tu como yo puedas gozarte al permitir que Dios te muestre sus caminos.
Es sorprendente ver cómo nuestro Dios dirige nuestras vidas y, más cuando humanamente creemos haber perdido algo, él lo transforma para que podamos ser instrumentos útiles en el servicio. Sucedió aproximadamente hace diecinueve años. Trabajaba en la Ciudad de México como enfermera, con un buen puesto al lado de mi esposo y nuestra primera hija. Fue la voluntad de Dios que mi esposo continuara sus estudios de Teología en la Universidad de Montemorelos, y después de recibir una beca nos trasladamos a dicho lugar donde estuvimos dos años.
Al terminar nos enviaron al Estado de Morelos. Todo marchaba bien, había podido conservar mi trabajo y las actividades de la iglesia; lo difícil fue cuando tuvimos que ir a Poza Rica, Veracruz. Ahora era difícil conservar el trabajo. No había alternativas. Así que después de considerarlo tuve que renunciar con 17 años de antigüedad; fue difícil, pero era mi trabajo o el ministerio. Decidí por el ministerio. Me consolaba la confianza en que Dios me ayudaría a superarlo y que él satisfaría mis necesidades y no me abandonaría.
Mas adelante comprendí el propósito divino. Mi madre fue intervenida quirúrgicamente imposibilitándole la ambulación, de manera que requirió cuidados especiales durante más de cinco años. Ahora estaba en condiciones de estar con ella en los momentos cuando más lo necesitaba. Hoy ella descansa en el Señor. «La senda puede ser empinada y escabrosa, pero Jesús ha recorrido ese camino; sus pies han pisado las crueles espinas, para hacernos más fácil el camino. El mismo ha soportado todas la cargas que nosotros estamos llamados a soportar» (El Deseado de todas la gentes, p. 446). Amiga, cuantas veces la pregunta es: ¿Por qué, Señor? En mi experiencia puedo decirte que él sabe lo que es mejor para nosotras, y en su debido tiempo nos lo hará saber. Espero que tu como yo puedas gozarte al permitir que Dios te muestre sus caminos.
Blanca Elvia Ocampo García
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
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