Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente (Hebreos 12:28).
Una amiga que aprecio mucho me comentó sobre una historia que leyó en una revista. Se trataba del rescate de una ballena hembra que fue estrangulada por las cuerdas de una red para atrapar cangrejos. El inmenso animal casi no podía moverse, y a duras penas lograba mantenerse a flote ya que las cuerdas le tenían todo el cuerpo apasionado. Como si eso fuera poco, alrededor de su cola, el torso y la boca tenia cientos de hilos enredados que empeoraban su situación.
Un pescador que se encontraba en las inmediaciones del lugar alcanzó a verla y de inmediato se comunicó con un grupo de ambientalistas para pedirles que hicieran algo para ayudar al pobre animal. En pocas horas llegó al lugar de los acontecimientos un equipo de rescate para ayudar. Después de hacer un análisis cauteloso de la situación, llegaron a la conclusión de que era menester que una persona nadara hasta el lugar donde estaba la ballena y, con mucho cuidado, cortara las cuerdas que tenían entrada.
La tarea, aunque parecía sencilla, en realidad no lo era, pues había el peligro de que con tan solo un aletazo del animal el rescatador muriera. Sin pensarlo dos veces uno de los rescatistas se ofreció para realizar la tarea. Bajó hasta el lugar donde estaba la ballena estancada y, poco a poco, cortó cada una de las cuerdas. Otro de los rescatistas hizo lo mismo pero con las cuerdas que estaban en la región de la cabeza y la boca.
Cuando el cetáceo estuvo liberado comenzó a nadar de forma circular alrededor de los rescatistas, produjo unos movimientos que podían identificarse como una forma de agradecer. El hombre que tuvo a su cargo el corte de las cuerdas que estaban alrededor de la boca informó al periódico local que, mientras cortaba las cuerdas, la ballena lo miraba de una forma tal que nunca olvidará: «Era como si con los ojos me hubiera querido decir: “Muchas gracias”».
Al meditar en esta hermosa historia pensé lo bueno que sería si desarrolláramos la práctica de agradecerle a todas aquellas personas que alguna vez en la vida han hecho algo bueno por nosotros.
Una amiga que aprecio mucho me comentó sobre una historia que leyó en una revista. Se trataba del rescate de una ballena hembra que fue estrangulada por las cuerdas de una red para atrapar cangrejos. El inmenso animal casi no podía moverse, y a duras penas lograba mantenerse a flote ya que las cuerdas le tenían todo el cuerpo apasionado. Como si eso fuera poco, alrededor de su cola, el torso y la boca tenia cientos de hilos enredados que empeoraban su situación.
Un pescador que se encontraba en las inmediaciones del lugar alcanzó a verla y de inmediato se comunicó con un grupo de ambientalistas para pedirles que hicieran algo para ayudar al pobre animal. En pocas horas llegó al lugar de los acontecimientos un equipo de rescate para ayudar. Después de hacer un análisis cauteloso de la situación, llegaron a la conclusión de que era menester que una persona nadara hasta el lugar donde estaba la ballena y, con mucho cuidado, cortara las cuerdas que tenían entrada.
La tarea, aunque parecía sencilla, en realidad no lo era, pues había el peligro de que con tan solo un aletazo del animal el rescatador muriera. Sin pensarlo dos veces uno de los rescatistas se ofreció para realizar la tarea. Bajó hasta el lugar donde estaba la ballena estancada y, poco a poco, cortó cada una de las cuerdas. Otro de los rescatistas hizo lo mismo pero con las cuerdas que estaban en la región de la cabeza y la boca.
Cuando el cetáceo estuvo liberado comenzó a nadar de forma circular alrededor de los rescatistas, produjo unos movimientos que podían identificarse como una forma de agradecer. El hombre que tuvo a su cargo el corte de las cuerdas que estaban alrededor de la boca informó al periódico local que, mientras cortaba las cuerdas, la ballena lo miraba de una forma tal que nunca olvidará: «Era como si con los ojos me hubiera querido decir: “Muchas gracias”».
Al meditar en esta hermosa historia pensé lo bueno que sería si desarrolláramos la práctica de agradecerle a todas aquellas personas que alguna vez en la vida han hecho algo bueno por nosotros.
Evelyn Omaña
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
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