miércoles, 23 de diciembre de 2009

UN CÍRCULO CERRADO

Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Deuteronomio 6:5.6.

En los días en que las familias adornaban el árbol de Navidad, las luces solían estar en circuito. Si una bombilla se fundía, ninguna otra alumbraba. Por eso, todos los miembros de la familia contenían la respiración cuando conectaban las luces. Si la cuerda se encendía, todos suspiraban aliviados. Pero la mayoría de las veces había una bombilla que se había fundido. Por eso papá sacaba una bombilla nueva y probaba uno por uno los portalámparas. Si solo había una bombilla fundida, al final conseguía descubrir cuál era y, tan pronto como la nueva bombilla ocupaba su lugar, las luces se encendían.
Pero si había más de una bombilla fundida, era casi imposible descubrir cuál de ellas era. Era más fácil sustituir todas las bombillas y esperar a que las próximas Navidades todavía funcionasen.
Los Diez mandamientos son como una cuerda de bombillas. Aunque guardemos nueve mandamientos, con uno que quebrantemos, quebrantamos toda la ley. Jesús quiere que guardemos toda la ley. Pero no quiere que lo intentemos solamente con nuestra propia fuerza.
Los escribas y los fariseos se esforzaban mucho por obedecer la ley. Creían que guardar la ley era lo más importante que podían hacer. Creían que si se esforzaban lo suficiente, podrían vivir según lo que les había ordenado Dios. Pero vino Jesús y les dijo que amar a Dios es más importante aún.
Los Diez mandamientos no son una lista de normas que hay que guardar antes de ir al cielo. Son una descripción de cómo será la vida cuando le pidamos a Jesús que ocupe el lugar más privilegiado del corazón.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

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