miércoles, 27 de enero de 2010

DEPENDER DE DIOS EN TODO MOMENTO

¿Y quién te nombró a ti gobernante y juez sobre nosotros? [...] ¿Acaso piensas matarme a mí, como mataste al egipcio? Esto le causó temor a Moisés, pues pensó: «¡Ya se supo lo que hice!». Éxodo 2:14

¿Qué crees que haya atemorizado a Moisés? ¿Quebranta la ley? ¿Saber que había sido descubierto? ¿Crees que se había arrepentido de su crimen del día anterior ¿Qué te dice este incidente de la idoneidad de Moisés para comenzar a cumplir la misión que Dios había mi previsto para él? Entre el versículo 10 y el 11 del segundo capítulo del libro de Éxodo se desarrolla todo un periodo de preparación de Moisés en la corte egipcia como nieto del faraón, y por ende, como potencial herido del trono.
Dejó la humilde escuela de su hogar, bajo la dirección de su madre como maestra, para ingresar a la universidad más importante de aquella época. Sin duda que gozó de privilegios muy especiales y llegó a figurar entre los mejores del ejército por sus habilidades, su inteligencia y su liderazgo. Seguro que reflexionó muchas veces acerca de la liberación de su pueblo. En la galería de los héroes de la fe quedó registrado que «renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios» (Hebreos 11: 24, 25).
Pero la educación recibida en la corte había tenido efecto en su propia suficiencia. Es muy probable que haya llegado a pensar que los conocimientos adquiridos, sus talentos y habilidades cultivadas, así como su actitud triunfadora lo habían preparado para actuar. Así que decidió conducirse bajo las directrices de su propia agenda. ¡Y se equivocó!
¿Acaso se equivocó de misión? ¡Por supuesto que no! ¿Acaso erró en la estrategia? ¡De ninguna manera! A fin de cuentas, millares de egipcios murieron la noche de la Pascua en la que él mismo guió a su pueblo para salir de Egipto, y un buen número más pereció en el Mar Rojo. Se equivocó de momento. La vida está hecha de lapsos, y es importante que en cada instante estemos bajo la dirección de Dios, para no tener miedo.

«Su voz se revela también en sus obras providenciales; y la reconoceremos si no separamos nuestras almas de él andando en nuestros propios caminos, procediendo de acuerdo con nuestra propia voluntad». MJ 154.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

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