En Egipto, los madianitas lo vendieron a un tal Potifar, funcionario del faraón y capitán de la guardia. Génesis 37:36.
Te imaginas, ¿qué futuro podía trazarse José en esas condiciones? ¿Qué proyecto de vida? ¿Has llegado a algún lugar en el cual no conocías a nadie, como la ciudad en donde continuarías tus estudios, o el sitio donde debías iniciar tu trabajo, o el territorio que te asignaron para colportar? José había llegado a una de las mayores metrópolis del mundo antiguo, arrancado abruptamente de la seguridad familiar. Era un lugar con idioma, estilo de vida y costumbres radicalmente diferentes.
Pero cuando tú llegaste sabías que ibas a trabajar al día siguiente, o que realizarías un proceso de inscripción en la escuela, o participarías de una entrevista de trabajo o, en el último caso, que recorrerías las calles en busca de compradores. José, en cambio, no sabía nada, no era dueño de sus planes. Ni siquiera podía trazarlos. Llegó como esclavo. Lo único que sabía era que lo habían comprado, ya no podía entrar y salir libremente. ¿Un plan de vida para la incertidumbre? ¿Era el fondo de su infortunio? ¿Faltaba más? ¿Cuál sería la sorpresa el día de mañana? ¿Cuándo iba a parar de rodar? En medio de la crisis, no importa cuáles fueran las circunstancias, decidió enfrentarse a la incertidumbre. La enfrentó con la mejor de las certezas: En aquellas terribles y trágicas circunstancias, su proyecto de vida sería la fidelidad al Dios de su padre. Decidió que no se apartaría de la Ley de Dios que su padre le enseñó a amar. Decidió que nada lo iba a separar del amor que le profesaba a Dios. Decidió que no importaba cuáles fueran las circunstancias de la esclavitud a las que estaba sometido, mantendría su mente en un estado de libertad basada en su fe en el Altísimo.
«En este conflicto de la justicia contra la injusticia, únicamente podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina». MJ 53.
Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna
Te imaginas, ¿qué futuro podía trazarse José en esas condiciones? ¿Qué proyecto de vida? ¿Has llegado a algún lugar en el cual no conocías a nadie, como la ciudad en donde continuarías tus estudios, o el sitio donde debías iniciar tu trabajo, o el territorio que te asignaron para colportar? José había llegado a una de las mayores metrópolis del mundo antiguo, arrancado abruptamente de la seguridad familiar. Era un lugar con idioma, estilo de vida y costumbres radicalmente diferentes.
Pero cuando tú llegaste sabías que ibas a trabajar al día siguiente, o que realizarías un proceso de inscripción en la escuela, o participarías de una entrevista de trabajo o, en el último caso, que recorrerías las calles en busca de compradores. José, en cambio, no sabía nada, no era dueño de sus planes. Ni siquiera podía trazarlos. Llegó como esclavo. Lo único que sabía era que lo habían comprado, ya no podía entrar y salir libremente. ¿Un plan de vida para la incertidumbre? ¿Era el fondo de su infortunio? ¿Faltaba más? ¿Cuál sería la sorpresa el día de mañana? ¿Cuándo iba a parar de rodar? En medio de la crisis, no importa cuáles fueran las circunstancias, decidió enfrentarse a la incertidumbre. La enfrentó con la mejor de las certezas: En aquellas terribles y trágicas circunstancias, su proyecto de vida sería la fidelidad al Dios de su padre. Decidió que no se apartaría de la Ley de Dios que su padre le enseñó a amar. Decidió que nada lo iba a separar del amor que le profesaba a Dios. Decidió que no importaba cuáles fueran las circunstancias de la esclavitud a las que estaba sometido, mantendría su mente en un estado de libertad basada en su fe en el Altísimo.
«En este conflicto de la justicia contra la injusticia, únicamente podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina». MJ 53.
Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna
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