Esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados (2 Corintios 5: 19).
En el texto de hoy, hay dos cosas interesantes. Primeramente, cuando Dios se reconcilió con el ser humano lo hizo con todos: ricos y pobres, educados e ignorantes, blancos y negros, buenos y malos. Dice el apóstol que Dios se reconcilió con el mundo entero. A veces pensamos que Dios solo se reconcilia con los buenos, no con los malos; con los que van a la iglesia, no con los que no van; con los cristianos, no con los paganos. Sin embargo, la reconciliación divina abarcó a todos. No hubo nadie por quien Cristo no muriera.
Esto nos obliga a hacernos la pregunta: ¿Cómo hizo Dios para reconciliarse con todos los seres humanos, cuando la mayoría de ellos son malos o no quieren aceptar la amistad que les ofrece? La respuesta parcial de nuestro texto es que Dios no les tomó en cuenta a los hombres sus pecados. Pero, ¿es esa la manera como un Dios justo soluciona el problema de la enemistad con el ser humano? ¿Puede un Dios, que dice ser justo, gobernar el universo de ese modo? Desde la caída del ser humano y a través de los siglos, cuando la iniquidad del hombre se desencadenó abiertamente, se cuestionó la justicia de Dios, porque parecía que, con pocas excepciones, él no hacía nada para castigarla.
Este era uno de los cuestionamientos del atribulado Job (Job 21: 7, 13). Los malos prosperaban y los buenos sufrían. Pablo añade que Dios, en su paciencia, pasó «por alto los pecados» (Rom. 3: 25). Sí, parecía que Dios no hacía nada. Pero no ha sido el plan de Dios tratar con el pecado con el principio de «borrón y cuenta nueva». Dios no le dio una palmadita en el hombro a Adán, y le dijo: «Aquí no ha pasado nada». Con el tiempo se reveló el plan de Dios para tratar con el problema del pecado: colocar sobre Cristo el pecado del mundo. Por eso Pablo concluye: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Cor. 5: 21). Dios reveló en Cristo que es justo.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
En el texto de hoy, hay dos cosas interesantes. Primeramente, cuando Dios se reconcilió con el ser humano lo hizo con todos: ricos y pobres, educados e ignorantes, blancos y negros, buenos y malos. Dice el apóstol que Dios se reconcilió con el mundo entero. A veces pensamos que Dios solo se reconcilia con los buenos, no con los malos; con los que van a la iglesia, no con los que no van; con los cristianos, no con los paganos. Sin embargo, la reconciliación divina abarcó a todos. No hubo nadie por quien Cristo no muriera.
Esto nos obliga a hacernos la pregunta: ¿Cómo hizo Dios para reconciliarse con todos los seres humanos, cuando la mayoría de ellos son malos o no quieren aceptar la amistad que les ofrece? La respuesta parcial de nuestro texto es que Dios no les tomó en cuenta a los hombres sus pecados. Pero, ¿es esa la manera como un Dios justo soluciona el problema de la enemistad con el ser humano? ¿Puede un Dios, que dice ser justo, gobernar el universo de ese modo? Desde la caída del ser humano y a través de los siglos, cuando la iniquidad del hombre se desencadenó abiertamente, se cuestionó la justicia de Dios, porque parecía que, con pocas excepciones, él no hacía nada para castigarla.
Este era uno de los cuestionamientos del atribulado Job (Job 21: 7, 13). Los malos prosperaban y los buenos sufrían. Pablo añade que Dios, en su paciencia, pasó «por alto los pecados» (Rom. 3: 25). Sí, parecía que Dios no hacía nada. Pero no ha sido el plan de Dios tratar con el pecado con el principio de «borrón y cuenta nueva». Dios no le dio una palmadita en el hombro a Adán, y le dijo: «Aquí no ha pasado nada». Con el tiempo se reveló el plan de Dios para tratar con el problema del pecado: colocar sobre Cristo el pecado del mundo. Por eso Pablo concluye: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Cor. 5: 21). Dios reveló en Cristo que es justo.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
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