He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí (Calatas 2:20).
Es innegable que el amor de Dios es una de las razones por la que Jesucristo se entregó a la muerte. Como Dios es amor, él buscó la manera de redimir al ser humano de las consecuencias del pecado. El evangelio expresa el amor de Dios en la redención del hombre.
Sin embargo, cuando circunscribimos y reducimos las causas del plan de salvación al amor de Dios, no hacemos justicia con el evangelio. Hay algunas personas que piensan que la única razón por la que Jesús vino a morir por nuestros pecados fue para demostrar su amor en la cruz. Esta opinión sobre la expiación se conoce como la teoría de la influencia moral. Según ella, Cristo vino a demostrar el amor de Dios a los seres humanos a fin de que, motivados por ese amor, pudiéramos arrepentirnos y volver a él.
Pero, de acuerdo al evangelio, Cristo también vino a morir por otras razones. En el Nuevo Testamento tenemos una serie de metáforas que presentan un cuadro más extenso de las razones por las que Cristo vino a morir. De ellas nos ocuparemos de aquí en adelante.
Mientras lo hacemos, no debemos olvidar que el amor es el fundamento del plan de salvación. El pasaje bíblico más conocido por los cristianos nos lo recuerda: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16).
Es evidente que un Dios infinitamente sabio y todopoderoso debió haber tenido muchas opciones para solucionar el problema del pecado. La de morir por el pecador se inspiró en el gran amor que tiene por sus criaturas. Reflexionemos hoy en la vastedad de ese amor.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.
Es innegable que el amor de Dios es una de las razones por la que Jesucristo se entregó a la muerte. Como Dios es amor, él buscó la manera de redimir al ser humano de las consecuencias del pecado. El evangelio expresa el amor de Dios en la redención del hombre.
Sin embargo, cuando circunscribimos y reducimos las causas del plan de salvación al amor de Dios, no hacemos justicia con el evangelio. Hay algunas personas que piensan que la única razón por la que Jesús vino a morir por nuestros pecados fue para demostrar su amor en la cruz. Esta opinión sobre la expiación se conoce como la teoría de la influencia moral. Según ella, Cristo vino a demostrar el amor de Dios a los seres humanos a fin de que, motivados por ese amor, pudiéramos arrepentirnos y volver a él.
Pero, de acuerdo al evangelio, Cristo también vino a morir por otras razones. En el Nuevo Testamento tenemos una serie de metáforas que presentan un cuadro más extenso de las razones por las que Cristo vino a morir. De ellas nos ocuparemos de aquí en adelante.
Mientras lo hacemos, no debemos olvidar que el amor es el fundamento del plan de salvación. El pasaje bíblico más conocido por los cristianos nos lo recuerda: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16).
Es evidente que un Dios infinitamente sabio y todopoderoso debió haber tenido muchas opciones para solucionar el problema del pecado. La de morir por el pecador se inspiró en el gran amor que tiene por sus criaturas. Reflexionemos hoy en la vastedad de ese amor.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.
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