Sed imitadores de mí, así como y o de Cristo. 1 Corintios 11:1.
Un joven al que conocí muy bien llegó como alumno interno a un colegio adventista para realizar uno de los últimos años de nivel medio. Conoció amigos, se adaptó a la vida social del internado, pero lo que más le llamó la atención fue la cantidad de deportes que se podían practicar. Ese año se impuso el desafío de llegar a formar parte del equipo de voleibol y de baloncesto de su curso, y comenzó la ardua tarea de entrenarse para lograrlo.
Pasaba tardes enteras en el gimnasio en contacto con otros compañeros que tenían el mismo objetivo. Pasaba cada momento libre en correr, saltar y sur en contacto con la pelota de voleibol o baloncesto. Aunque había llega¬do a ese colegio para estudiar, los deportes ocupaban el primer lugar en su corazón y en sus pensamientos. Finalmente lo logró. Dos años más tarde, en su quinto año, este joven fue el único que jugó en ambos equipos de su curso. Había conquistado el blanco que él mismo se había colocado. Su sueño era realidad.
Hoy comenzamos un nuevo año, un año que por la gracia de Dios tendrá altos y bajos como todos los años, pero que nos brindará nuevamente la oportunidad de alcanzar un gran desafío: ser como Jesús. No será fácil, habrá que luchar y esforzarse, habrá que pasar tiempo con el divino Maestro para obtener su poder y vencer ese "yo" egoísta que intenta ocupar el primer lugar en el corazón.
Pero ese desafío no es imposible. Pablo, un ser humano como nosotros, se propuso imitar a Jesús cada día de su vida. Las Escrituras no dicen explícitamente: "Pablo logró ser como Jesús", pero en algunas de sus cartas, el gran apóstol se pone al frente de sus iglesias y los anima: "Sed imitadores de mi, como yo de Cristo". ¡No cualquiera podría dar semejante afirmación! ¿Te imaginas a tu pastor o a algún anciano de iglesia haciendo propias esas pala¬bras? Pues si Pablo lo dijo fue porque todas sus energías, sus talentos y su atención se centraban en parecerse al Salvador del mundo. Sus lectores no pudieron refutarlo o dudar de él, porque era totalmente cierto lo que decía.
Las Escrituras nos dejaron su ejemplo para que procuremos hacer lo mis-mo. Acepta el desafío que Pablo nos propone para este año: imita a Cristo y serás vencedor.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Un joven al que conocí muy bien llegó como alumno interno a un colegio adventista para realizar uno de los últimos años de nivel medio. Conoció amigos, se adaptó a la vida social del internado, pero lo que más le llamó la atención fue la cantidad de deportes que se podían practicar. Ese año se impuso el desafío de llegar a formar parte del equipo de voleibol y de baloncesto de su curso, y comenzó la ardua tarea de entrenarse para lograrlo.
Pasaba tardes enteras en el gimnasio en contacto con otros compañeros que tenían el mismo objetivo. Pasaba cada momento libre en correr, saltar y sur en contacto con la pelota de voleibol o baloncesto. Aunque había llega¬do a ese colegio para estudiar, los deportes ocupaban el primer lugar en su corazón y en sus pensamientos. Finalmente lo logró. Dos años más tarde, en su quinto año, este joven fue el único que jugó en ambos equipos de su curso. Había conquistado el blanco que él mismo se había colocado. Su sueño era realidad.
Hoy comenzamos un nuevo año, un año que por la gracia de Dios tendrá altos y bajos como todos los años, pero que nos brindará nuevamente la oportunidad de alcanzar un gran desafío: ser como Jesús. No será fácil, habrá que luchar y esforzarse, habrá que pasar tiempo con el divino Maestro para obtener su poder y vencer ese "yo" egoísta que intenta ocupar el primer lugar en el corazón.
Pero ese desafío no es imposible. Pablo, un ser humano como nosotros, se propuso imitar a Jesús cada día de su vida. Las Escrituras no dicen explícitamente: "Pablo logró ser como Jesús", pero en algunas de sus cartas, el gran apóstol se pone al frente de sus iglesias y los anima: "Sed imitadores de mi, como yo de Cristo". ¡No cualquiera podría dar semejante afirmación! ¿Te imaginas a tu pastor o a algún anciano de iglesia haciendo propias esas pala¬bras? Pues si Pablo lo dijo fue porque todas sus energías, sus talentos y su atención se centraban en parecerse al Salvador del mundo. Sus lectores no pudieron refutarlo o dudar de él, porque era totalmente cierto lo que decía.
Las Escrituras nos dejaron su ejemplo para que procuremos hacer lo mis-mo. Acepta el desafío que Pablo nos propone para este año: imita a Cristo y serás vencedor.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
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