Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. 1 Timoteo 5:8.
Hasta hace algunas décadas, todas las bebidas gaseosas llegaban al público en envases de vidrio, y esos envases eran canjeables por envases llenos, para que el precio del envase no se agregara al de la bebida. Con el paso de los años la industria del plástico logró imponerse e introdujo al mercado una serie de envases "desechables" que no necesitan ser canjeados por otros. Estos envases solo brindan utilidad mientras hay líquido dentro de ellos, y una vez vacíos, terminan en un cesto de basura.
En muchos aspectos la sociedad actual nos ha empujado a considerar a las personas mayores como "desechables". Quienes no tienen la fortaleza física y mental de un joven por el simple paso de los años, no poseen un gran "valor comercial". A la hora de tomar un empleado en una fábrica o empresa, a menudo se prefiere a los jóvenes, y no interesan los años de experiencia y de servicio que se posean.
Tristemente, este modo de pensar también influye en la dinámica familiar y se llega a considerar a los padres ancianos una carga o molestia. En muchos casos no pueden mantenerse por sí solos y a la vista de hijos y nietos solo son un estorbo, y así se los hace sentir.
Hace algunos años acepté el desafío en mi iglesia local de ser el director del Club de Conquistadores. Con un excelente grupo de consejeros hicimos la planificación correspondiente e iniciamos el año de trabajo con algo más de treinta niños y adolescentes. Un domingo fuimos a un hogar de ancianos, los niños presentaron algunas partes musicales y luego les entregamos dulces a los residentes del lugar. Varios niños se molestaron y no comprendieron cuando algunos abuelos, necesitados de amor y cariño, expresaron su gratitud con besos y abrazos. Una monja allí presente me explicó: "Hay algunos que nunca, ni siquiera en Navidad o en Año Nuevo, reciben alguna clase de visita. Sus hijos los arrojaron en este lugar y se olvidaron de ellos".
Si tienes la bendición de tener a tus padres con vida, nunca te permitas contagiarte con el pensamiento de que son "desechables". Para Dios, quienes consideran así a sus progenitores, negaron su fe y son peores que "un incrédulo". Así que hoy te invito a que los honres con tus cuidados y atenciones. Quizá hoy no necesiten de ti, pero sería hermoso que si algún día te precisaran, pudieran contar con tu apoyo y sostén. Hacer esto es un cumplimiento importante del quinto mandamiento.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Hasta hace algunas décadas, todas las bebidas gaseosas llegaban al público en envases de vidrio, y esos envases eran canjeables por envases llenos, para que el precio del envase no se agregara al de la bebida. Con el paso de los años la industria del plástico logró imponerse e introdujo al mercado una serie de envases "desechables" que no necesitan ser canjeados por otros. Estos envases solo brindan utilidad mientras hay líquido dentro de ellos, y una vez vacíos, terminan en un cesto de basura.
En muchos aspectos la sociedad actual nos ha empujado a considerar a las personas mayores como "desechables". Quienes no tienen la fortaleza física y mental de un joven por el simple paso de los años, no poseen un gran "valor comercial". A la hora de tomar un empleado en una fábrica o empresa, a menudo se prefiere a los jóvenes, y no interesan los años de experiencia y de servicio que se posean.
Tristemente, este modo de pensar también influye en la dinámica familiar y se llega a considerar a los padres ancianos una carga o molestia. En muchos casos no pueden mantenerse por sí solos y a la vista de hijos y nietos solo son un estorbo, y así se los hace sentir.
Hace algunos años acepté el desafío en mi iglesia local de ser el director del Club de Conquistadores. Con un excelente grupo de consejeros hicimos la planificación correspondiente e iniciamos el año de trabajo con algo más de treinta niños y adolescentes. Un domingo fuimos a un hogar de ancianos, los niños presentaron algunas partes musicales y luego les entregamos dulces a los residentes del lugar. Varios niños se molestaron y no comprendieron cuando algunos abuelos, necesitados de amor y cariño, expresaron su gratitud con besos y abrazos. Una monja allí presente me explicó: "Hay algunos que nunca, ni siquiera en Navidad o en Año Nuevo, reciben alguna clase de visita. Sus hijos los arrojaron en este lugar y se olvidaron de ellos".
Si tienes la bendición de tener a tus padres con vida, nunca te permitas contagiarte con el pensamiento de que son "desechables". Para Dios, quienes consideran así a sus progenitores, negaron su fe y son peores que "un incrédulo". Así que hoy te invito a que los honres con tus cuidados y atenciones. Quizá hoy no necesiten de ti, pero sería hermoso que si algún día te precisaran, pudieran contar con tu apoyo y sostén. Hacer esto es un cumplimiento importante del quinto mandamiento.
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