Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí? (2 Reyes 4:28).
La historia bíblica de la Sunamita revela el drama de nuestro mundo. A su esposo y a ella, en su vejez, después de muchos años de espera y de manera milagrosa, les llega un hijo. Un hijo anhelado, soñado, buscado y suplicado. La alegría parece desbordar los corazones de unos padres agradecidos por el precioso don recibido a través del profeta Eliseo. Pero un día, de forma más inesperada aún, llega la muerte a ese hogar, arrebatando de súbito tanto gozo y privando a los padres de la presencia de su pequeño. La desesperación, la incomprensión y el dolor, llevan a esa madre a pedir explicaciones. Y es que para la razón humana, en ocasiones, los caminos de Dios parecen un misterio incomprensible. «Su alma está muy angustiada», expresa el profeta. ¡Sí!, nuestra alma está muy angustiada en ocasiones y; al igual que la Sunamita, después de haber realizado todos nuestros esfuerzos humanos posibles, entendemos que solo queda esperar la intervención divina, para resolver, a veces en forma increíble, el conflicto entre la muerte y la vida.
Esta es una historia muy antigua pero, ¿puedes identificarte con alguno de los personajes? ¿Has pasado o estás pasando por momentos en los que no logras entender lo que está sucediendo en tu vida? ¿Te parece que no hay ninguna solución para tu problema?
Es cierto que llegará la muerte, así corno el sufrimiento, el dolor y la enfermedad, truncando nuestra felicidad. Y aunque ahora no encontremos respuestas a nuestras preguntas, algún día comprenderemos el dilema de la muerte. Muy pronto, antes de lo que pensarnos, el mal llegará a su fin y viviremos con Dios, que nos creó para que fuéramos felices por la eternidad.
Cuando te enfrentes a los inmensos signos de interrogación que se elevan como Goliats ante tu atemorizado corazón, recuerda que Dios no te dejará sola. Cuando más oscura está la tormenta, más necesitamos de la luz divina.
Cristo vivió en esta tierra y murió para poder estar a tu lado para siempre. Él es la luz que alumbra tu camino.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La historia bíblica de la Sunamita revela el drama de nuestro mundo. A su esposo y a ella, en su vejez, después de muchos años de espera y de manera milagrosa, les llega un hijo. Un hijo anhelado, soñado, buscado y suplicado. La alegría parece desbordar los corazones de unos padres agradecidos por el precioso don recibido a través del profeta Eliseo. Pero un día, de forma más inesperada aún, llega la muerte a ese hogar, arrebatando de súbito tanto gozo y privando a los padres de la presencia de su pequeño. La desesperación, la incomprensión y el dolor, llevan a esa madre a pedir explicaciones. Y es que para la razón humana, en ocasiones, los caminos de Dios parecen un misterio incomprensible. «Su alma está muy angustiada», expresa el profeta. ¡Sí!, nuestra alma está muy angustiada en ocasiones y; al igual que la Sunamita, después de haber realizado todos nuestros esfuerzos humanos posibles, entendemos que solo queda esperar la intervención divina, para resolver, a veces en forma increíble, el conflicto entre la muerte y la vida.
Esta es una historia muy antigua pero, ¿puedes identificarte con alguno de los personajes? ¿Has pasado o estás pasando por momentos en los que no logras entender lo que está sucediendo en tu vida? ¿Te parece que no hay ninguna solución para tu problema?
Es cierto que llegará la muerte, así corno el sufrimiento, el dolor y la enfermedad, truncando nuestra felicidad. Y aunque ahora no encontremos respuestas a nuestras preguntas, algún día comprenderemos el dilema de la muerte. Muy pronto, antes de lo que pensarnos, el mal llegará a su fin y viviremos con Dios, que nos creó para que fuéramos felices por la eternidad.
Cuando te enfrentes a los inmensos signos de interrogación que se elevan como Goliats ante tu atemorizado corazón, recuerda que Dios no te dejará sola. Cuando más oscura está la tormenta, más necesitamos de la luz divina.
Cristo vivió en esta tierra y murió para poder estar a tu lado para siempre. Él es la luz que alumbra tu camino.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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