«Si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada», 1 Corintios 13:2.
Hace poco tuve la oportunidad de ver un diálogo representado por un grupo de muchachas y muchachos. Iban en un barco. Se divertían; algunos estaban algo distraídos de lo que sucedía a su alrededor.
Un muchacho se cayó al agua. Se escuchaban sus gritos desesperados pidiendo que lo rescataran. Algunos pasajeros continuaron con lo que hacían sin darle importancia. Otros pocos se acercaron al borde del navío por curiosidad, para ver quién pedía ayuda con tanta insistencia.
El primero que se acercó fue el joven Egoísmo. Cuando vio quién estaba en el agua, no quiso ayudarlo. Después se acercó la jovencita Envidia, pero igualmente, al enterarse de quién era la víctima, tampoco quiso hacer algo para salvarla. Así sucesivamente se acercaron más jóvenes, como Ambición y Odio; cada vez que preguntaban quién estaba en apuros, o lo reconocían, perdían interés en salvarlo.
Entre los pasajeros de ese barco también se encontraba la jovencita Humildad. Al escuchar las voces de auxilio, se acercó para ver quién necesitaba ayuda. Entonces vio al joven desesperado, lo reconoció: era Amor. Rápidamente tomó un salvavidas y se lo arrojó para salvarlo.
En el ser humano se manifiestan la envidia, el egoísmo y la vanidad. Hace falta que demostremos más amor en este mundo para que vivamos en paz, para buscar el bien de las demás personas y evitar hacerles daño. Es inútil tener todo, si carecemos de amor. Pide amor suficiente para el día de hoy, que lo puedas expresar ante la demás gente y este mundo en que te ha tocado vivir cambie.
Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez
Hace poco tuve la oportunidad de ver un diálogo representado por un grupo de muchachas y muchachos. Iban en un barco. Se divertían; algunos estaban algo distraídos de lo que sucedía a su alrededor.
Un muchacho se cayó al agua. Se escuchaban sus gritos desesperados pidiendo que lo rescataran. Algunos pasajeros continuaron con lo que hacían sin darle importancia. Otros pocos se acercaron al borde del navío por curiosidad, para ver quién pedía ayuda con tanta insistencia.
El primero que se acercó fue el joven Egoísmo. Cuando vio quién estaba en el agua, no quiso ayudarlo. Después se acercó la jovencita Envidia, pero igualmente, al enterarse de quién era la víctima, tampoco quiso hacer algo para salvarla. Así sucesivamente se acercaron más jóvenes, como Ambición y Odio; cada vez que preguntaban quién estaba en apuros, o lo reconocían, perdían interés en salvarlo.
Entre los pasajeros de ese barco también se encontraba la jovencita Humildad. Al escuchar las voces de auxilio, se acercó para ver quién necesitaba ayuda. Entonces vio al joven desesperado, lo reconoció: era Amor. Rápidamente tomó un salvavidas y se lo arrojó para salvarlo.
En el ser humano se manifiestan la envidia, el egoísmo y la vanidad. Hace falta que demostremos más amor en este mundo para que vivamos en paz, para buscar el bien de las demás personas y evitar hacerles daño. Es inútil tener todo, si carecemos de amor. Pide amor suficiente para el día de hoy, que lo puedas expresar ante la demás gente y este mundo en que te ha tocado vivir cambie.
Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez
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