Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás y no perdonaras a aquel lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? (Génesis 18:24).
«Yo me casé engañada. Él antes no era así». Frases como esta son comuñes en nuestros días. ¿Es que acaso esperábamos casarnos con alguien perfecto? ¿Existe esa posibilidad o debemos admitir que todos tenemos defectos?
Bien sabía Abraham que no hay nadie perfecto y que en el corazón de los hombres que viven separados de Dios no existe más que maldad. Pero a pesar de conocer la depravación de los habitantes de Sodoma y Gomorra, Abraham dialogó con Dios en busca de misericordia y perdón. ¿Por qué? Porque además de saber cómo es la naturaleza humana, Abraham también sabía cómo es la naturaleza divina. La pregunta que le hizo al Dios de amor que se preparaba para destruir, llega a nuestros hogares instándonos a meditar en el perdón.
Escucha la voz divina diciéndote: «Si tienes problemas en tu matrimonio, ¿le pondrás fin sin perdonar?». Puede ser que tú no tengas la culpa de lo que está sucediendo en tu hogar, pero piensa antes de actuar que el amor puede superar todo obstáculo. Tal vez consideras que tu pareja se merece que le pidas el divorcio, pero ¿sabes que los habitantes de Sodoma y Gomorra también merecían el castigo divino? Aun así, Dios los perdonó.
Cuando todo parece un continuo fracaso en tu vida matrimonial, en tus relaciones afectivas y sociales, ¿estás dispuesta a dialogar con tu Dios para que te enseñe a perdonar y a amar como él ha hecho contigo?
La Biblia asegura que no podernos amar a Dios si no somos capaces de amar a nuestros semejantes. Antes de criticar y condenar a tu pareja, antes de ciarte por vencida y alejar de ti el perdón divino, recuerda que muchos hogares se han salvado y muchas relaciones se han restaurado gracias al antídoto del perdón divino. No dejes pasar la oportunidad de beber esa dosis celestial que te mostrará la felicidad; porque el perdón le reconcilia con tu pareja, con tus hijos, con tus amigos c incluso con tus enemigos, pero sobre todo con tu Dios. Señor, concédeme tu perdón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
«Yo me casé engañada. Él antes no era así». Frases como esta son comuñes en nuestros días. ¿Es que acaso esperábamos casarnos con alguien perfecto? ¿Existe esa posibilidad o debemos admitir que todos tenemos defectos?
Bien sabía Abraham que no hay nadie perfecto y que en el corazón de los hombres que viven separados de Dios no existe más que maldad. Pero a pesar de conocer la depravación de los habitantes de Sodoma y Gomorra, Abraham dialogó con Dios en busca de misericordia y perdón. ¿Por qué? Porque además de saber cómo es la naturaleza humana, Abraham también sabía cómo es la naturaleza divina. La pregunta que le hizo al Dios de amor que se preparaba para destruir, llega a nuestros hogares instándonos a meditar en el perdón.
Escucha la voz divina diciéndote: «Si tienes problemas en tu matrimonio, ¿le pondrás fin sin perdonar?». Puede ser que tú no tengas la culpa de lo que está sucediendo en tu hogar, pero piensa antes de actuar que el amor puede superar todo obstáculo. Tal vez consideras que tu pareja se merece que le pidas el divorcio, pero ¿sabes que los habitantes de Sodoma y Gomorra también merecían el castigo divino? Aun así, Dios los perdonó.
Cuando todo parece un continuo fracaso en tu vida matrimonial, en tus relaciones afectivas y sociales, ¿estás dispuesta a dialogar con tu Dios para que te enseñe a perdonar y a amar como él ha hecho contigo?
La Biblia asegura que no podernos amar a Dios si no somos capaces de amar a nuestros semejantes. Antes de criticar y condenar a tu pareja, antes de ciarte por vencida y alejar de ti el perdón divino, recuerda que muchos hogares se han salvado y muchas relaciones se han restaurado gracias al antídoto del perdón divino. No dejes pasar la oportunidad de beber esa dosis celestial que te mostrará la felicidad; porque el perdón le reconcilia con tu pareja, con tus hijos, con tus amigos c incluso con tus enemigos, pero sobre todo con tu Dios. Señor, concédeme tu perdón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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