En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente. Proverbios 10:19.
La manera más efectiva de guardar un secreto es no contárselo a nadie. El problema es que a veces confiamos en nuestros amigos hasta el punto de compartir con ellos los secretos de un tercero.
Cuando alguien nos confía un secreto, debemos guardarlo siempre, haya o no haya amistad, porque contar un secreto es hacerle un daño moral al prójimo. El caso de Mildred fue uno de los más tristes de mi carrera de orientador. Estaba viviendo un terrible problema en su hogar, y ella era la más perjudicada. Con dolor y algo de vergüenza llegó hasta mi oficina junto a su amiga para narrar su situación y manifestarme que un familiar estaba abusando de ella, y no sabía como poner fin al problema. Temía que no la entendieran, o incluso que sus padres se enojaran con ella. Les pedí que no le contaran a nadie este terrible incidente y la remití a la oficina psicopedagógica para que tomaran cartas en el asunto.
El tiempo pasó y esta amiga se peleó con ella, y a modo de venganza contó delante de sus compañeros la triste historia que Mildred estaba viviendo en su hogar. Quienes intentábamos ayudarla nos vimos desbordados por la inquietud que se generó entre los compañeros, y en consecuencia, la tarea resultó mucho más difícil.
Actualmente vivimos en una sociedad que se alimenta del chisme y la burla. La gente parece derivar placer de la desgracia ajena, y cuánto más si es vergonzosa. Se hacen comentarios a las espaldas del protagonista, se producen dichos y burlas, y muchas veces se ignora voluntariamente el daño que pueden causar esos comentarios. La hipocresía se ha apoderado de muchos corazones y se aparenta un estado de piedad, mientras que por otro lado hay un deleite en contar la calamidad del otro.
El sabio Salomón nos amonesta a todos: "En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente". Tanto para conservar una amistad como para no incurrir en pecado es necesario saber guardar un secreto. Dios, que conocía el daño que produce esta perversión del habla, declaró: "No andarás chismeando entre tu pueblo" (Lev. 19:16), y esa amonestación es para todos los que quieren conservar amigos y estar en paz con el Señor.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
La manera más efectiva de guardar un secreto es no contárselo a nadie. El problema es que a veces confiamos en nuestros amigos hasta el punto de compartir con ellos los secretos de un tercero.
Cuando alguien nos confía un secreto, debemos guardarlo siempre, haya o no haya amistad, porque contar un secreto es hacerle un daño moral al prójimo. El caso de Mildred fue uno de los más tristes de mi carrera de orientador. Estaba viviendo un terrible problema en su hogar, y ella era la más perjudicada. Con dolor y algo de vergüenza llegó hasta mi oficina junto a su amiga para narrar su situación y manifestarme que un familiar estaba abusando de ella, y no sabía como poner fin al problema. Temía que no la entendieran, o incluso que sus padres se enojaran con ella. Les pedí que no le contaran a nadie este terrible incidente y la remití a la oficina psicopedagógica para que tomaran cartas en el asunto.
El tiempo pasó y esta amiga se peleó con ella, y a modo de venganza contó delante de sus compañeros la triste historia que Mildred estaba viviendo en su hogar. Quienes intentábamos ayudarla nos vimos desbordados por la inquietud que se generó entre los compañeros, y en consecuencia, la tarea resultó mucho más difícil.
Actualmente vivimos en una sociedad que se alimenta del chisme y la burla. La gente parece derivar placer de la desgracia ajena, y cuánto más si es vergonzosa. Se hacen comentarios a las espaldas del protagonista, se producen dichos y burlas, y muchas veces se ignora voluntariamente el daño que pueden causar esos comentarios. La hipocresía se ha apoderado de muchos corazones y se aparenta un estado de piedad, mientras que por otro lado hay un deleite en contar la calamidad del otro.
El sabio Salomón nos amonesta a todos: "En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente". Tanto para conservar una amistad como para no incurrir en pecado es necesario saber guardar un secreto. Dios, que conocía el daño que produce esta perversión del habla, declaró: "No andarás chismeando entre tu pueblo" (Lev. 19:16), y esa amonestación es para todos los que quieren conservar amigos y estar en paz con el Señor.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario