Aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.1 Samuel 18:1.
Una de las amistades más estrechas en la Biblia fue la protagonizada por David y Jonatán. En base a las condiciones relatadas, lo más natural es que Jonatán jamás hubiese sido amigo de David. Sin embargo, por ser un hombre espiritual, Jonatán supo ver en David una persona especial, y llegó a amarlo "como a sí mismo".
David era muy joven, pero sus hazañas comenzaban a mostrar la valentía que lo acompañaría toda su vida. Todo el campamento de Israel había temblado por el desafío que lanzara Goliat durante cuarenta días, y entre ellos, también Saúl y su hijo Jonatán se habían visto en grandes aprietos, ya que como líderes de los ejércitos de Israel deberían haber hecho frente al provocador.
Este humilde pastor de ovejas que había sido enviado por su padre para verificar en qué situación se encontraban sus hermanos, se asombró que nadie hiciera frente al gigante, y recordando la protección de Dios en sus enfrentamientos con leones y osos, creyó que también obtendría la victoria sobre el filisteo. Después de alentar a los soldados y al propio rey, David encaró a Goliat con una honda y cinco piedras y logró la victoria que todos deseaban.
Tras presenciar la proeza lograda por el valiente joven, Saúl rápidamente se dio cuenta de que desperdiciaba a un gran hombre si permitía que David volviera tras las ovejas de su padre, así que lo hizo llamar y después de conversar con él "lo puso sobre gente de guerra" (1 Sam. 18:5).
El príncipe Jonatán, después de escuchar la conversación que su padre tuviera con el flamante héroe, sintió una admiración especial por David y "lo amó... como a sí mismo". Como muestras de su amistad le regaló al humilde pastor "el manto que llevaba... otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte" (vers. 4).
El Señor Jesús nos dijo que los cristianos debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mat. 22:39), y me pregunto: ¿será que el Señor recordó esta amistad cuando expresó este mandamiento del que depende "toda la ley y los profetas" (vers. 40)? No lo sabemos, pero la amistad que Jonatán y David cultivaron es un gran ejemplo y un tremendo desafío para nosotros. Por eso, vayamos a la fuente de amor del universo, a nuestro buen Dios, para que ese amor nos inunde por completo y lleguemos a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Una de las amistades más estrechas en la Biblia fue la protagonizada por David y Jonatán. En base a las condiciones relatadas, lo más natural es que Jonatán jamás hubiese sido amigo de David. Sin embargo, por ser un hombre espiritual, Jonatán supo ver en David una persona especial, y llegó a amarlo "como a sí mismo".
David era muy joven, pero sus hazañas comenzaban a mostrar la valentía que lo acompañaría toda su vida. Todo el campamento de Israel había temblado por el desafío que lanzara Goliat durante cuarenta días, y entre ellos, también Saúl y su hijo Jonatán se habían visto en grandes aprietos, ya que como líderes de los ejércitos de Israel deberían haber hecho frente al provocador.
Este humilde pastor de ovejas que había sido enviado por su padre para verificar en qué situación se encontraban sus hermanos, se asombró que nadie hiciera frente al gigante, y recordando la protección de Dios en sus enfrentamientos con leones y osos, creyó que también obtendría la victoria sobre el filisteo. Después de alentar a los soldados y al propio rey, David encaró a Goliat con una honda y cinco piedras y logró la victoria que todos deseaban.
Tras presenciar la proeza lograda por el valiente joven, Saúl rápidamente se dio cuenta de que desperdiciaba a un gran hombre si permitía que David volviera tras las ovejas de su padre, así que lo hizo llamar y después de conversar con él "lo puso sobre gente de guerra" (1 Sam. 18:5).
El príncipe Jonatán, después de escuchar la conversación que su padre tuviera con el flamante héroe, sintió una admiración especial por David y "lo amó... como a sí mismo". Como muestras de su amistad le regaló al humilde pastor "el manto que llevaba... otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte" (vers. 4).
El Señor Jesús nos dijo que los cristianos debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mat. 22:39), y me pregunto: ¿será que el Señor recordó esta amistad cuando expresó este mandamiento del que depende "toda la ley y los profetas" (vers. 40)? No lo sabemos, pero la amistad que Jonatán y David cultivaron es un gran ejemplo y un tremendo desafío para nosotros. Por eso, vayamos a la fuente de amor del universo, a nuestro buen Dios, para que ese amor nos inunde por completo y lleguemos a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
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