El amor nunca deja de ser (1 Corintios 13:8).
Se sentía sola, abandonada y despreciada. Parecía que el mundo le negaba la existencia. Había vivido muchos años aparentando ser feliz, pero ahora se encontraba en lo más hondo del pozo, ahogándose poco a poco. Abandonada por su familia, María estaba al borde de la muerte, cuando escuchó una dulce melodía: «¡Oh, amor de Dios! Tu inmensidad, el hombre no podrá contar, ni comprender la gran verdad: que Dios al hombre pudo amar». Quedó paralizada ante aquel mensaje. Decepcionada del mundo, había olvidado por completo el verdadero significado del amor.
Satanás, que ya se daba por satisfecho, sintió que algo amenazaba su malévolo plan de destrucción, y la atacó con pensamientos derrotistas: «Ese amor no es para ti. ¿Crees que el amor podrá borrar tu pasado? Tu destino está marcado, lo único que te queda es la muerte». Por un momento, María sintió que sus pies iban en pos de ese destino, pero entonces volvió a escuchar: «¡Oh, amor de Dios! Brotando estás, inmensurable, eternal». Y sintió en su interior un deseo profundo de conocer más de ese amor. Y, ¡gloria a Dios!, el amor triunfó en su vida. Una vez más, Dios, en su infinito amor, encontró al perdido, al abandonado, al menospreciado y al sentenciado a muerte, y dio nuevas fuerzas a un corazón moribundo.
Puede ser que, como María, tú también le encuentres al borde del desánimo. Tal vez creas que todo está perdido y hasta desees la muerte como única salida posible a tu existencia inútil. Pero recuerda que, aunque todos esos sentimientos se amontonen sobre ti, aunque Satanás trate de hacer que te veas a ti misma como alguien insignificante e incluso como un estorbo para los demás, «Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom. 5: 8).
No temas enlonces al pasado, no te angusties por el futuro. Tienes un Dios que te amará siempre, aun cuando cometas errores o te sientas derrotada, cuando tu sistema emocional parezca desplomarse, porque el amor de Dios nunca se acaba.
No hay pasado que pueda impedir la manifestación del amor de Dios en tu vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Se sentía sola, abandonada y despreciada. Parecía que el mundo le negaba la existencia. Había vivido muchos años aparentando ser feliz, pero ahora se encontraba en lo más hondo del pozo, ahogándose poco a poco. Abandonada por su familia, María estaba al borde de la muerte, cuando escuchó una dulce melodía: «¡Oh, amor de Dios! Tu inmensidad, el hombre no podrá contar, ni comprender la gran verdad: que Dios al hombre pudo amar». Quedó paralizada ante aquel mensaje. Decepcionada del mundo, había olvidado por completo el verdadero significado del amor.
Satanás, que ya se daba por satisfecho, sintió que algo amenazaba su malévolo plan de destrucción, y la atacó con pensamientos derrotistas: «Ese amor no es para ti. ¿Crees que el amor podrá borrar tu pasado? Tu destino está marcado, lo único que te queda es la muerte». Por un momento, María sintió que sus pies iban en pos de ese destino, pero entonces volvió a escuchar: «¡Oh, amor de Dios! Brotando estás, inmensurable, eternal». Y sintió en su interior un deseo profundo de conocer más de ese amor. Y, ¡gloria a Dios!, el amor triunfó en su vida. Una vez más, Dios, en su infinito amor, encontró al perdido, al abandonado, al menospreciado y al sentenciado a muerte, y dio nuevas fuerzas a un corazón moribundo.
Puede ser que, como María, tú también le encuentres al borde del desánimo. Tal vez creas que todo está perdido y hasta desees la muerte como única salida posible a tu existencia inútil. Pero recuerda que, aunque todos esos sentimientos se amontonen sobre ti, aunque Satanás trate de hacer que te veas a ti misma como alguien insignificante e incluso como un estorbo para los demás, «Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom. 5: 8).
No temas enlonces al pasado, no te angusties por el futuro. Tienes un Dios que te amará siempre, aun cuando cometas errores o te sientas derrotada, cuando tu sistema emocional parezca desplomarse, porque el amor de Dios nunca se acaba.
No hay pasado que pueda impedir la manifestación del amor de Dios en tu vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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