Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma(Salmos 31:7)
La angustia y el dolor, incluso en este mundo donde parecen reinar, siguen siendo intrusos para el ser humano. Dios nos creó para que disfrutáramos de felicidad, y todo lo que se oponga a esto, lo rechazamos de forma natural. No importa cuan bajo caigamos, nuestro anhelo siempre será vivir más y mejor. Incluso las personas que atentan contra su propia vida lo hacen porque no pueden encontrar una existencia digna. A todos nos llega el dolor en algún momento de la vida; a todos, creyentes o ateos, sin excepción alguna.
Todos vivimos en este mundo manchado por el pecado y todos, absolutamente todos, pecamos y morimos (ver Rom. 6: 23). Entonces, ¿qué ventajas tiene ser creyente? Muchas. Creer va más allá de reconocer a Dios en los momentos fáciles de la vida, es mucho más que tener un amúleto al que recurrir en los malos tiempos. Creer va más allá de la mera teoría de la existencia de un Dios todopoderoso. Creer es tener una experiencia continua con ese Dios que es real en nuestras vidas.
El patriarca Job creía en Dios mientras todo marchaba bien, pero cuando la amargura abatió su corazón pudo exclamar: «Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios» (Job 19: 25, 26).
Cree en Dios. Alégrate en su invariable amor. Cuando todo marche de maravilla, confía en él. Cuando el dolor, la enfermedad o la tragedia de alguna forma saqueen tu vida, recuerda que él veía por ti. No te entregues a la desesperación, confía en aquel que vive para mostrar su amor en los tiempos más difíciles, cuando más necesitas ayuda. Haz tuyas las palabras del himno: «Fácil es cantar cuando reina la paz. Pero en el dolor es mejor cantar». Enfrenta los retos de la vida con una canción rebosante de gratitud y alabanza, sabiendo que no hay por qué temer al futuro, porque él vela por ti.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La angustia y el dolor, incluso en este mundo donde parecen reinar, siguen siendo intrusos para el ser humano. Dios nos creó para que disfrutáramos de felicidad, y todo lo que se oponga a esto, lo rechazamos de forma natural. No importa cuan bajo caigamos, nuestro anhelo siempre será vivir más y mejor. Incluso las personas que atentan contra su propia vida lo hacen porque no pueden encontrar una existencia digna. A todos nos llega el dolor en algún momento de la vida; a todos, creyentes o ateos, sin excepción alguna.
Todos vivimos en este mundo manchado por el pecado y todos, absolutamente todos, pecamos y morimos (ver Rom. 6: 23). Entonces, ¿qué ventajas tiene ser creyente? Muchas. Creer va más allá de reconocer a Dios en los momentos fáciles de la vida, es mucho más que tener un amúleto al que recurrir en los malos tiempos. Creer va más allá de la mera teoría de la existencia de un Dios todopoderoso. Creer es tener una experiencia continua con ese Dios que es real en nuestras vidas.
El patriarca Job creía en Dios mientras todo marchaba bien, pero cuando la amargura abatió su corazón pudo exclamar: «Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios» (Job 19: 25, 26).
Cree en Dios. Alégrate en su invariable amor. Cuando todo marche de maravilla, confía en él. Cuando el dolor, la enfermedad o la tragedia de alguna forma saqueen tu vida, recuerda que él veía por ti. No te entregues a la desesperación, confía en aquel que vive para mostrar su amor en los tiempos más difíciles, cuando más necesitas ayuda. Haz tuyas las palabras del himno: «Fácil es cantar cuando reina la paz. Pero en el dolor es mejor cantar». Enfrenta los retos de la vida con una canción rebosante de gratitud y alabanza, sabiendo que no hay por qué temer al futuro, porque él vela por ti.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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