Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrare a él y cenare con él y el conmigo. (Apocalipsis 3:20).
Desde la antigüedad el ser humano ha venido elaborando diversos, métodos para lograr que sus bienes estén a salvo. Desde los candados y las rejas hasta los más digitalizados sistemas de alarma y cerraduras, todos persiguen el mismo fin: aferrarse a lo material.
Seguramente habrás visto en más de una ocasión el cuadro que representa a Jesús llamando a una puerta. En una ocasión, alguien comento que ese cuadro no estaba completo, porque le faltaba algo muy importante: el picaporte; a lo que el pintor certeramente argumento: «No le falta, porque lo tiene por dentro» Sí, esa es la única puerta que se abre solamente desde adentro. Aunque existe el peligro de que Satanás trate de forzar dicha cerradura, nunca podrá hacerlo a menos que tú decidas abrirla.
Una pequeña comentaba con su mama lo frustrada que se sentía porque a veces hacia cosas que no quería y otras veces, lo que sabía que debía hacer, no lo hacía. Si, esta es la inquietud bíblica que vemos reflejada en el capítulo 7 de Romanos. De pronto, la niña dijo: «¡Ya se! ¡Tengo la solución! Cuando Satanás venga a tocar a la puerta de mi corazón, en lugar de tratar de echarlo por mí misma, le diré a Jesús que lo haga el; estoy segura de que cuando Satanás lo vea, se ira sin decir nada».
¡Simpática y sincera reacción! Pero aunque propia de la inocencia de una niña, contiene toda la sabiduría del mundo, pues esta es la única forma de vencer sobre el mal. En cuanto al llamado de Jesús para tu vida hoy, lee estas palabras: «Jesús a tu puerta llamando esta, / quiere a tu vida entrar. / Te ofrece amor y perdón sin igual, / no le hagas más esperar. / Si tu hoy quisieras dejarle entrar / Su dulce paz sentirás. / Recíbele pronto, no te pesara. / El esperándote está».
¿A quién le abrirás la puerta de tu corazón? Antes de comenzar las actividades de este día, pídele a Jesús que sea el único huésped en tu corazón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Desde la antigüedad el ser humano ha venido elaborando diversos, métodos para lograr que sus bienes estén a salvo. Desde los candados y las rejas hasta los más digitalizados sistemas de alarma y cerraduras, todos persiguen el mismo fin: aferrarse a lo material.
Seguramente habrás visto en más de una ocasión el cuadro que representa a Jesús llamando a una puerta. En una ocasión, alguien comento que ese cuadro no estaba completo, porque le faltaba algo muy importante: el picaporte; a lo que el pintor certeramente argumento: «No le falta, porque lo tiene por dentro» Sí, esa es la única puerta que se abre solamente desde adentro. Aunque existe el peligro de que Satanás trate de forzar dicha cerradura, nunca podrá hacerlo a menos que tú decidas abrirla.
Una pequeña comentaba con su mama lo frustrada que se sentía porque a veces hacia cosas que no quería y otras veces, lo que sabía que debía hacer, no lo hacía. Si, esta es la inquietud bíblica que vemos reflejada en el capítulo 7 de Romanos. De pronto, la niña dijo: «¡Ya se! ¡Tengo la solución! Cuando Satanás venga a tocar a la puerta de mi corazón, en lugar de tratar de echarlo por mí misma, le diré a Jesús que lo haga el; estoy segura de que cuando Satanás lo vea, se ira sin decir nada».
¡Simpática y sincera reacción! Pero aunque propia de la inocencia de una niña, contiene toda la sabiduría del mundo, pues esta es la única forma de vencer sobre el mal. En cuanto al llamado de Jesús para tu vida hoy, lee estas palabras: «Jesús a tu puerta llamando esta, / quiere a tu vida entrar. / Te ofrece amor y perdón sin igual, / no le hagas más esperar. / Si tu hoy quisieras dejarle entrar / Su dulce paz sentirás. / Recíbele pronto, no te pesara. / El esperándote está».
¿A quién le abrirás la puerta de tu corazón? Antes de comenzar las actividades de este día, pídele a Jesús que sea el único huésped en tu corazón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
No hay comentarios:
Publicar un comentario