Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 1 Corintios 9:25.
¿Dedicas tiempo a pensar en tu futuro? ¿Qué será de ti el día de mañana? ¿Te da lo mismo cualquier profesión o estás dispuesto a esforzarte para especializarte en algo que te agrada?
No es sencillo dedicarnos a lo que no nos gusta. Cada mañana, miles de hombres y mujeres se levantan para ir a su trabajo, aunque lo detestan. Lo hacen porque el trabajo es indispensable para vivir, ya que si no hay trabajo, tampoco hay alimentos, ropa, y pago de impuestos. Pero, ¿no sería mejor si cada persona se ocupara en una actividad que le place, y que el producto de esa labor le proveyera los recursos para vivir dignamente?
En uno de los viajes de graduandos en que participé como capellán, disfruté mucho del paisaje montañoso. Una tarde, después de jugar con la nieve, junto con cuatro jóvenes de 17 años, me acerqué a una pendiente de piedras y arenas resbaladizas, que conducía a un arroyuelo de aguas cristalinas. Nos atrapó el desafío, y aunque sabía lo peligroso que podía resultar, nos olvidamos de los demás compañeros y comenzamos el descenso. El premio: beber de esa agua que desde arriba se veía como un hilo delgado. Mientras descendíamos, nos íbamos ayudando unos a otros y nos avisábamos cuando alguna piedra se despeñaba.
Después de una hora, cuatro alumnos y su capellán estaban bebiendo esa agua que ha sido una de las más dulces que jamás haya probado. Pero el desafío no terminó ahí, pues tras haber experimentado tal sensación de triunfo, debimos subir la misma pendiente y afrontar los mismos riesgos.
La preparación académica y profesional que ahora estás adquiriendo, se compara en muchos aspectos con esta anécdota. Es posible que veas muy lejano tu título universitario, apenas como un delgado hilo, y que visualices cada materia como una hostil pendiente que debes superar, con sus pruebas y exámenes como piedras que caen; pero el logro de ese título universitario te abrirá las puertas para que realices un trabajo que te agrade por completo y que marques una diferencia con quienes lo hacen porque no tienen otra opción. El gran apóstol dijo: "Todo aquel que lucha, de todo se abstiene", y quizá tu tengas que abstenerte de salir con tus amigos, de mirar alguna película o de abandonar temporalmente un deporte. Pero todo ese esfuerzo tendrá una finalidad: que te prepares para hacer lo que te agrada.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
¿Dedicas tiempo a pensar en tu futuro? ¿Qué será de ti el día de mañana? ¿Te da lo mismo cualquier profesión o estás dispuesto a esforzarte para especializarte en algo que te agrada?
No es sencillo dedicarnos a lo que no nos gusta. Cada mañana, miles de hombres y mujeres se levantan para ir a su trabajo, aunque lo detestan. Lo hacen porque el trabajo es indispensable para vivir, ya que si no hay trabajo, tampoco hay alimentos, ropa, y pago de impuestos. Pero, ¿no sería mejor si cada persona se ocupara en una actividad que le place, y que el producto de esa labor le proveyera los recursos para vivir dignamente?
En uno de los viajes de graduandos en que participé como capellán, disfruté mucho del paisaje montañoso. Una tarde, después de jugar con la nieve, junto con cuatro jóvenes de 17 años, me acerqué a una pendiente de piedras y arenas resbaladizas, que conducía a un arroyuelo de aguas cristalinas. Nos atrapó el desafío, y aunque sabía lo peligroso que podía resultar, nos olvidamos de los demás compañeros y comenzamos el descenso. El premio: beber de esa agua que desde arriba se veía como un hilo delgado. Mientras descendíamos, nos íbamos ayudando unos a otros y nos avisábamos cuando alguna piedra se despeñaba.
Después de una hora, cuatro alumnos y su capellán estaban bebiendo esa agua que ha sido una de las más dulces que jamás haya probado. Pero el desafío no terminó ahí, pues tras haber experimentado tal sensación de triunfo, debimos subir la misma pendiente y afrontar los mismos riesgos.
La preparación académica y profesional que ahora estás adquiriendo, se compara en muchos aspectos con esta anécdota. Es posible que veas muy lejano tu título universitario, apenas como un delgado hilo, y que visualices cada materia como una hostil pendiente que debes superar, con sus pruebas y exámenes como piedras que caen; pero el logro de ese título universitario te abrirá las puertas para que realices un trabajo que te agrade por completo y que marques una diferencia con quienes lo hacen porque no tienen otra opción. El gran apóstol dijo: "Todo aquel que lucha, de todo se abstiene", y quizá tu tengas que abstenerte de salir con tus amigos, de mirar alguna película o de abandonar temporalmente un deporte. Pero todo ese esfuerzo tendrá una finalidad: que te prepares para hacer lo que te agrada.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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Por David Brizuel
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