Guarda silencio ante Jehová y espera en él. (Salmos 37:7).
Habían pasado largos meses lejos de mi hogar, internada en un hospital y sin un diagnóstico confiable. Me perturbaba la posibilidad de quedarme completamente inválida y sin muchos recursos económicos. Me angustiaba la idea de tener que dejar a mi hijito de dos años. Mis ojos se dirigieron muchas veces al cielo para preguntar: «¿Por qué, Señor? ¿Por qué tengo yo que pasar por esta terrible prueba?».
Desde muy pronto en la vida, yo había dedicado mis talentos al Señor. Ahora que estaba casada con un ministro del evangelio, todas mis actividades giraban entorno a la iglesia, así que, una y otra vez, entre lágrimas que ahogaban mi dolor, dirigía a Dios mis palabras de incomprensión, duda y sufrimiento. Dios obró un milagro, y lo que parecía que iba a ser una invalidez permanente, se fue convirtiendo en crisis esporádicas, cada vez más débiles.
Esperar en Jehová resulta difícil porque la razón nos dice que no hay motivos para la espera. Creo que la capacidad de razonar es uno de los dones más formidables que Dios nos dio al crearnos, pero muchas veces nos lleva a un callejón sin salida. ¿Cómo podemos saber el porqué de las situaciones que enfrentamos si no somos capaces de ver más allá del momento?
Esta dura experiencia me enseñó que los porqués le pertenecen a Dios, y que por nuestra parte solo resta que desarrollemos una paciencia y una fe sólidas, que nos permitan aprender a esperar en el crisol de la prueba. La Biblia nos dice que es necesaria la paciencia, así que, cuando ores pidiendo paciencia (cualidad indispensable para la salvación) recuerda que estás pidiendo ser pasada por el crisol de la prueba. Pero no temas, pues a través del Espíritu de Profecía te llega la promesa: «Cada prueba es medida y pesada por el Señor Jesucristo, y no está más allá de la capacidad del hombre el soportarla mediante la gracia que le es dada» (Manuscript Releoses, t. 12, p. 81). Si estás pasando por alguna prueba, es el momento de orar: «Señor, en el crisol de la prueba, ayúdame a desarrollar la paciencia y a esperar en ti».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Habían pasado largos meses lejos de mi hogar, internada en un hospital y sin un diagnóstico confiable. Me perturbaba la posibilidad de quedarme completamente inválida y sin muchos recursos económicos. Me angustiaba la idea de tener que dejar a mi hijito de dos años. Mis ojos se dirigieron muchas veces al cielo para preguntar: «¿Por qué, Señor? ¿Por qué tengo yo que pasar por esta terrible prueba?».
Desde muy pronto en la vida, yo había dedicado mis talentos al Señor. Ahora que estaba casada con un ministro del evangelio, todas mis actividades giraban entorno a la iglesia, así que, una y otra vez, entre lágrimas que ahogaban mi dolor, dirigía a Dios mis palabras de incomprensión, duda y sufrimiento. Dios obró un milagro, y lo que parecía que iba a ser una invalidez permanente, se fue convirtiendo en crisis esporádicas, cada vez más débiles.
Esperar en Jehová resulta difícil porque la razón nos dice que no hay motivos para la espera. Creo que la capacidad de razonar es uno de los dones más formidables que Dios nos dio al crearnos, pero muchas veces nos lleva a un callejón sin salida. ¿Cómo podemos saber el porqué de las situaciones que enfrentamos si no somos capaces de ver más allá del momento?
Esta dura experiencia me enseñó que los porqués le pertenecen a Dios, y que por nuestra parte solo resta que desarrollemos una paciencia y una fe sólidas, que nos permitan aprender a esperar en el crisol de la prueba. La Biblia nos dice que es necesaria la paciencia, así que, cuando ores pidiendo paciencia (cualidad indispensable para la salvación) recuerda que estás pidiendo ser pasada por el crisol de la prueba. Pero no temas, pues a través del Espíritu de Profecía te llega la promesa: «Cada prueba es medida y pesada por el Señor Jesucristo, y no está más allá de la capacidad del hombre el soportarla mediante la gracia que le es dada» (Manuscript Releoses, t. 12, p. 81). Si estás pasando por alguna prueba, es el momento de orar: «Señor, en el crisol de la prueba, ayúdame a desarrollar la paciencia y a esperar en ti».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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