Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara. Deuteronomio 34:10.
Desde antes de su nacimiento, Moisés fue elegido por Dios como libertador de Israel. Su milagroso cuidado mientras fue un bebé, su permanencia en el río en una canasta, su adopción por la princesa de Egipto, la enseñanza del Dios de su pueblo en su hogar, y su posterior educación civil y militar en la corte egipcia, parecían indicar que el camino de Moisés lo conduciría a la grandeza.
Pero esas fueron las suposiciones y los medios humanos, porque la sapiencia divina le tenía preparado un curso educativo que iba a hacer de Moisés el hombre más manso de la tierra. Esa educación no sería provista por una universidad o la corte real, sino por el exilio en un desierto.
A causa de un error humano, Moisés debió alejarse de la corte que tantas comodidades le había brindado, y huyó a tierra de Madián para vivir como pastor de ovejas. Durante cuarenta años en la soledad del desierto aprendió a confiar en Dios y a ser su amigo. En esos años de cuidado paternal de su rebaño, el Señor lo fue capacitando para pastorear a los hijos de su pueblo. Y cuando Moisés ya se había olvidado del destino que soñara, Dios lo llamó para que lo cumpliera.
Alguien podría argumentar, ¿hacía falta que Dios llamara a un hombre que casi no sabía hablar, para que condujera a todo un pueblo? ¿Fue necesario que pasara cuarenta años en el desierto para capacitarse en el liderazgo? ¿Por qué no lo utilizó Dios después de haber terminado su preparación en la corte? Podríamos especular sobre las respuestas, pero lo que sabemos con seguridad es que Dios vio que Moisés estaba preparado para cumplir su misión a los ochenta años. Cuando la perspectiva humana lo hubiera jubilado, la perspectiva divina le dio una gran tarea.
¿Cumplió Moisés su misión? Sin lugar a dudas fue un líder exitoso y, a su muerte, se dijo de él: "Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel" (Deut. 34:10-12).
Es posible que en tu preparación profesional también tengas una perspectiva humana de tu vida. Somete tus planes a Dios y déjate llevar por su providencia, y triunfarás en todo lo que emprendas.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Desde antes de su nacimiento, Moisés fue elegido por Dios como libertador de Israel. Su milagroso cuidado mientras fue un bebé, su permanencia en el río en una canasta, su adopción por la princesa de Egipto, la enseñanza del Dios de su pueblo en su hogar, y su posterior educación civil y militar en la corte egipcia, parecían indicar que el camino de Moisés lo conduciría a la grandeza.
Pero esas fueron las suposiciones y los medios humanos, porque la sapiencia divina le tenía preparado un curso educativo que iba a hacer de Moisés el hombre más manso de la tierra. Esa educación no sería provista por una universidad o la corte real, sino por el exilio en un desierto.
A causa de un error humano, Moisés debió alejarse de la corte que tantas comodidades le había brindado, y huyó a tierra de Madián para vivir como pastor de ovejas. Durante cuarenta años en la soledad del desierto aprendió a confiar en Dios y a ser su amigo. En esos años de cuidado paternal de su rebaño, el Señor lo fue capacitando para pastorear a los hijos de su pueblo. Y cuando Moisés ya se había olvidado del destino que soñara, Dios lo llamó para que lo cumpliera.
Alguien podría argumentar, ¿hacía falta que Dios llamara a un hombre que casi no sabía hablar, para que condujera a todo un pueblo? ¿Fue necesario que pasara cuarenta años en el desierto para capacitarse en el liderazgo? ¿Por qué no lo utilizó Dios después de haber terminado su preparación en la corte? Podríamos especular sobre las respuestas, pero lo que sabemos con seguridad es que Dios vio que Moisés estaba preparado para cumplir su misión a los ochenta años. Cuando la perspectiva humana lo hubiera jubilado, la perspectiva divina le dio una gran tarea.
¿Cumplió Moisés su misión? Sin lugar a dudas fue un líder exitoso y, a su muerte, se dijo de él: "Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel" (Deut. 34:10-12).
Es posible que en tu preparación profesional también tengas una perspectiva humana de tu vida. Somete tus planes a Dios y déjate llevar por su providencia, y triunfarás en todo lo que emprendas.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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