Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Éxodo 33:14.
Hace muchos años leí acerca de una investigación científica que pretendía demostrar si un hombre podía vivir sin dormir. Para esto, tomaron a una persona a la que le proveyeron todas las distracciones para que se mantuviera despierta; además recibió apoyo médico ante un eventual accidente. Con el paso de los días, su sistema nervioso se vio sumamente alterado; maltrataba y gritaba a quienes le llevaban la comida, y hasta demostró un comportamiento demente. Al cabo de nueve días, y tras vivir un terrible suplicio voluntario, se le permitió dormir. Luego de hacerlo durante catorce horas seguidas, despertó y volvió a ser el mismo que había sido antes de esa experiencia.
Cada persona posee en su organismo dos grupos de células alojadas en el cerebro. El primer grupo es alterado por la luz del sol, mientras que el otro se altera por una hormona secretada al anochecer; y así cada grupo de células disponen al cuerpo para la actividad o para el descanso. Por esta causa, quiérase o no, todos los seres humanos necesitamos del reposo para vivir, y el mejor horario para hacerlo es el nocturno.
Cuando los apóstoles fueron enviados por Jesús para curar enfermos y predicar el evangelio, volvieron gozosos porque aun los demonios obedecían en el nombre de Cristo. Con alegría, cada apóstol le relató a su Maestro lo que había hecho para el avance de la obra, esperando recibir la aprobación y algún consejo orientador de aquel que los había enviado. Jesús escuchó cada uno de sus relatos, y luego les dijo: "Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco" (Mar. 6:31). Ese Jesús que se preocupaba por las necesidades de la gente "desconocida", también se preocupaba del bienestar físico, mental y espiritual de ese grupo especialmente elegido por él.
Hasta el día de hoy, para mantener una buena salud son necesarios el descanso físico y el descanso espiritual. Si no depositamos nuestra carga de problemas y pesares en los brazos del Maestro, no podemos vivir felices cada día. El llamado del Maestro a los discípulos de ir a un lugar desierto para descansar "un poco", continúa escuchándose hoy en día. Busquemos el reposo que solo proviene de Jesús. Acéptalo, él te ofrece su descanso en este día.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Hace muchos años leí acerca de una investigación científica que pretendía demostrar si un hombre podía vivir sin dormir. Para esto, tomaron a una persona a la que le proveyeron todas las distracciones para que se mantuviera despierta; además recibió apoyo médico ante un eventual accidente. Con el paso de los días, su sistema nervioso se vio sumamente alterado; maltrataba y gritaba a quienes le llevaban la comida, y hasta demostró un comportamiento demente. Al cabo de nueve días, y tras vivir un terrible suplicio voluntario, se le permitió dormir. Luego de hacerlo durante catorce horas seguidas, despertó y volvió a ser el mismo que había sido antes de esa experiencia.
Cada persona posee en su organismo dos grupos de células alojadas en el cerebro. El primer grupo es alterado por la luz del sol, mientras que el otro se altera por una hormona secretada al anochecer; y así cada grupo de células disponen al cuerpo para la actividad o para el descanso. Por esta causa, quiérase o no, todos los seres humanos necesitamos del reposo para vivir, y el mejor horario para hacerlo es el nocturno.
Cuando los apóstoles fueron enviados por Jesús para curar enfermos y predicar el evangelio, volvieron gozosos porque aun los demonios obedecían en el nombre de Cristo. Con alegría, cada apóstol le relató a su Maestro lo que había hecho para el avance de la obra, esperando recibir la aprobación y algún consejo orientador de aquel que los había enviado. Jesús escuchó cada uno de sus relatos, y luego les dijo: "Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco" (Mar. 6:31). Ese Jesús que se preocupaba por las necesidades de la gente "desconocida", también se preocupaba del bienestar físico, mental y espiritual de ese grupo especialmente elegido por él.
Hasta el día de hoy, para mantener una buena salud son necesarios el descanso físico y el descanso espiritual. Si no depositamos nuestra carga de problemas y pesares en los brazos del Maestro, no podemos vivir felices cada día. El llamado del Maestro a los discípulos de ir a un lugar desierto para descansar "un poco", continúa escuchándose hoy en día. Busquemos el reposo que solo proviene de Jesús. Acéptalo, él te ofrece su descanso en este día.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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