miércoles, 27 de julio de 2011

SIFRAY FÚA

Y por haber las parteras temido a Dios, el prosperó sus familias. (Éxodo 1:21).

La historia de estas dos mujeres, aunque resumida en pocos versículos, dice mucho del poder que ejerce el evangelio incluso sobre las personas que no conocen a Dios. Ambas conocían a muchas israelitas, y asegura la Biblia que respetaban al Dios de Israel. Conociendo la historia de esta nación, estas dos parteras se negaron a obedecer el mandato real que ordenaba matar a todos los varones israelitas que nacieran. Como tendrían que dar cuenta de su desobediencia, las mujeres egipcias presentaron la realidad como justificación de sus actos. En verdad, Dios bendecía a su pueblo, y las mujeres hebreas eran robustas y saludables.
Sin embargo, Satanás no se dio por vencido en su macabro plan. Sabía que el Mesías saldría de esa nación y procuró por lodos los medios destruirla antes de que se convirtieran en algo incontrolable. El terrible mandato de, arrojar a todos los niños varones al río fue otro esfuerzo infructuoso, ya que bajo esa misma ley nació Moisés, quien fue preservado milagrosamente y escogido por Dios para liberar a su pueblo.
Cuando esta historia vuelva a ser relatada en las mansiones eternas, no se dejará de mencionar a aquellas mujeres que pretirieron respetar al Dios de los hebreos antes que a su mismo rey. Ellas, sin saberlo, habían obedecido las palabras que Cristo pronunciaría tantos años después: «Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (Mat. 22: 21).
¿Te parece que este mundo necesita mujeres como esas? Ciertamente el mal prolifera, no tanto porque las personas hagan cosas malas, sino porque no son capaces de hacer cosas buenas. ¿A qué se debe tal condición? Cristo dijo: «Separados de mí, nada podéis hacer» (Juan 15: 5). La teoría de que todo ser humano tiene algo bueno dentro de sí deja a Cristo fuera del control humano, y una vez más, el resultado es catastrófico.
Tú puedes ser una de esas Sifra y Fuá modernas abriendo tu corazón a la influencia de Cristo. Cada día conéctate, a la Vid verdadera y tu vida será un racimo fructífero en la viña de Dios.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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