Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Salmo 40:1.
Muchos de los adelantos actuales están hechos para acortar tiempo y no tener que esperar. Actualmente, gracias a los teléfonos celulares, una persona puede estar fuera de su hogar, caminando en la calle o viajando, y puede comunicarse con cualquiera que se encuentre a miles de kilómetros de distancia. No importa si el receptor vive en una ciudad o aislado en una montaña, o si está trabajando o de vacaciones, solo es necesario que tenga un teléfono celular para establecer una comunicación.
En el hogar también existen muchos elementos que permiten ahorrar tiempo. Basta pensar en cómo se hacían antes las tareas cotidianas. Piensa en el lavado de la ropa. Hace algunas décadas, el lavado se hacía a mano. Se tomaba el jabón, una tabla para fregar y una palangana con agua, y se lavaba prenda por prenda hasta que quedaran totalmente limpias. Las amas de casas empleaban horas en esas tareas hogareñas. Hoy, gracias a las lavadoras automáticas, la situación ha cambiado. Se introduce en ella la ropa sucia, se coloca el jabón y el suavizante, se selecciona el tipo de lavado deseado... y listo. Mientras el aparato realiza su labor, se pueden hacer muchas otras tareas.
Pero, aunque en las actividades cotidianas no nos gusta malgastar el tiempo ni esperar para hacer las cosas, en la vida espiritual es necesario saber esperar en Dios. Cuando nos dirigimos a su trono de gracia, el tiempo en la espera no es tiempo perdido, sino que es una de las claves para recibir la respuesta deseada. El rey David, al relatarnos su experiencia, nos dice: "Pacientemente esperé a Jehová". A pesar de que estaba viviendo un gran problema que parecía hundirlo en un pozo lleno de lodo (Sal. 40:2), David esperó el tiempo necesario hasta que Dios "se inclinó", "oyó" su pedido de auxilio y le dio la respuesta.
Nadie está libre de caer en un terrible problema que a ojos humanos parezca sin solución, pero el versículo de hoy puede contribuir para que se resuelva. Si te acercas a Dios, así como lo hizo David, verás que el tiempo empleado en la espera fue una bendición para ti y para los que te rodean.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Muchos de los adelantos actuales están hechos para acortar tiempo y no tener que esperar. Actualmente, gracias a los teléfonos celulares, una persona puede estar fuera de su hogar, caminando en la calle o viajando, y puede comunicarse con cualquiera que se encuentre a miles de kilómetros de distancia. No importa si el receptor vive en una ciudad o aislado en una montaña, o si está trabajando o de vacaciones, solo es necesario que tenga un teléfono celular para establecer una comunicación.
En el hogar también existen muchos elementos que permiten ahorrar tiempo. Basta pensar en cómo se hacían antes las tareas cotidianas. Piensa en el lavado de la ropa. Hace algunas décadas, el lavado se hacía a mano. Se tomaba el jabón, una tabla para fregar y una palangana con agua, y se lavaba prenda por prenda hasta que quedaran totalmente limpias. Las amas de casas empleaban horas en esas tareas hogareñas. Hoy, gracias a las lavadoras automáticas, la situación ha cambiado. Se introduce en ella la ropa sucia, se coloca el jabón y el suavizante, se selecciona el tipo de lavado deseado... y listo. Mientras el aparato realiza su labor, se pueden hacer muchas otras tareas.
Pero, aunque en las actividades cotidianas no nos gusta malgastar el tiempo ni esperar para hacer las cosas, en la vida espiritual es necesario saber esperar en Dios. Cuando nos dirigimos a su trono de gracia, el tiempo en la espera no es tiempo perdido, sino que es una de las claves para recibir la respuesta deseada. El rey David, al relatarnos su experiencia, nos dice: "Pacientemente esperé a Jehová". A pesar de que estaba viviendo un gran problema que parecía hundirlo en un pozo lleno de lodo (Sal. 40:2), David esperó el tiempo necesario hasta que Dios "se inclinó", "oyó" su pedido de auxilio y le dio la respuesta.
Nadie está libre de caer en un terrible problema que a ojos humanos parezca sin solución, pero el versículo de hoy puede contribuir para que se resuelva. Si te acercas a Dios, así como lo hizo David, verás que el tiempo empleado en la espera fue una bendición para ti y para los que te rodean.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
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