He aquí, yo estoy a La puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre La puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20.
Las siete iglesias del Apocalipsis representan siete períodos que vivirían los hijos de Dios desde que Jesús ascendió al cielo hasta su segunda venida con poder y gran gloria. Este tiempo que estamos viviendo hoy está representado por la iglesia de Laodicea.
Este período de muchas "luces" y gran discernimiento intelectual y científico, exhibe conocimientos tecnológicos sin precedentes. Se estudian e investigan una infinidad de temas. En las próximas décadas se esperan grandes avances en las comunicaciones, la medicina y la ciencia espacial. Con todo ese conocimiento actual, si el hombre de hoy se compara con el de un siglo atrás, sin lugar a dudas se podría considerar "rico".
Tristemente, a pesar de todo ese conocimiento, el mensaje que perdura, que prolonga la vida y que conduce al cielo, está oculto a la vista de multitudes, sencillamente porque el estudio de la Biblia "no está de moda". Aunque el hombre de hoy diga: "yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad", no sabe que en realidad es un "desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apoc. 3:17).
¿Qué te quiero decir con todo esto? A lo largo de este mes nos dedicamos a hablar sobre el uso del dinero y del tiempo, y no quiero cerrar este tema sin volver a mencionar que la verdadera riqueza humana consiste en vivir para Dios y para el prójimo. La utilización del tiempo y del dinero con un sentido egoísta solo sirve para un entretenimiento sin horizontes más allá de la muerte. Pero el uso de estos recursos, con Dios en el corazón y poniéndolos en sus manos, es una bendición que supera toda riqueza.
Laodicea creía ser rica por la cantidad de bienes que poseía, pero a la vista divina era muy pobre. No te conformes con el pensamiento laodicense. Acepta la invitación de Jesús que te dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Aceptar esa invitación, es ser realmente rico e invertir correctamente el tiempo.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Las siete iglesias del Apocalipsis representan siete períodos que vivirían los hijos de Dios desde que Jesús ascendió al cielo hasta su segunda venida con poder y gran gloria. Este tiempo que estamos viviendo hoy está representado por la iglesia de Laodicea.
Este período de muchas "luces" y gran discernimiento intelectual y científico, exhibe conocimientos tecnológicos sin precedentes. Se estudian e investigan una infinidad de temas. En las próximas décadas se esperan grandes avances en las comunicaciones, la medicina y la ciencia espacial. Con todo ese conocimiento actual, si el hombre de hoy se compara con el de un siglo atrás, sin lugar a dudas se podría considerar "rico".
Tristemente, a pesar de todo ese conocimiento, el mensaje que perdura, que prolonga la vida y que conduce al cielo, está oculto a la vista de multitudes, sencillamente porque el estudio de la Biblia "no está de moda". Aunque el hombre de hoy diga: "yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad", no sabe que en realidad es un "desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apoc. 3:17).
¿Qué te quiero decir con todo esto? A lo largo de este mes nos dedicamos a hablar sobre el uso del dinero y del tiempo, y no quiero cerrar este tema sin volver a mencionar que la verdadera riqueza humana consiste en vivir para Dios y para el prójimo. La utilización del tiempo y del dinero con un sentido egoísta solo sirve para un entretenimiento sin horizontes más allá de la muerte. Pero el uso de estos recursos, con Dios en el corazón y poniéndolos en sus manos, es una bendición que supera toda riqueza.
Laodicea creía ser rica por la cantidad de bienes que poseía, pero a la vista divina era muy pobre. No te conformes con el pensamiento laodicense. Acepta la invitación de Jesús que te dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Aceptar esa invitación, es ser realmente rico e invertir correctamente el tiempo.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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