Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Hebreos 2:1.
Todavía recuerdo a una joven de 17 años que se bautizó a mediados de la década de 1980. Fue la primera persona de su hogar en aceptar la fe adventista. Con alegría y gratitud tomó todos los estudios bíblicos. Todas las noches concurría a la carpa donde un evangelista animaba a los oyentes a dejar sus caminos y a entregarse a Cristo; y después de meses de preparación llegó el momento de mostrar públicamente la aceptación del Salvador. Ese día se bautizó también gran parte de su familia.
Esta joven se integró en las actividades de la iglesia como cualquier otro miembro. Le gustaba enseñar a los niños de Cuna e Infantes los relatos de la Escuela Sabática. Cuando algunos miembros de su familia abandonaron la iglesia, a ella pareció no importarle, porque su actividad en el templo no menguó ni se estancó. Pero tristemente, con el paso de los años también su amor por Jesús y su entrega se fueron desgastando. Ya no había estudio de la Biblia, ni oración en su vida privada, ni testificación; solo había una costumbre semanal a punto de extinguirse. Después de casi una década como miembro de la iglesia adventista, se apartó totalmente cuando terminó la relación con su novio adventista.
Hasta el día de hoy me pregunto: ¿Habría pensado ella alguna vez que abandonaría su fe? Cuando se bautizó, ¿imaginaría que años más tarde renunciaría al pacto realizado con Dios y con su iglesia?
El acto de abandonar la fe y de renunciar a un sistema religioso es lo que entendemos comúnmente como apostasía. El libro de Hebreos dedica mucho de su contenido a advertir sobre el peligro de la apostasía y presenta una serie de "síntomas" para que el lector vea cómo está su condición espiritual.
El versículo de hoy presenta uno de esos síntomas, y el peligro está en "descuidar las cosas que hemos oído" y "deslizamos". Quizá no haya un rechazo directo del evangelio, sino negligencia. La falta de atención, la apatía y la pereza en los detalles de la vida espiritual, pueden conducir a la apostasía. La diligencia y la perseverancia en el estudio de las Escrituras, en la oración que dialoga con Dios sin la prisa cotidiana y en la testificación, son el antídoto contra este síntoma que puede resultar fatal para el creyente desprevenido.
Nunca te permitas "deslizarte" de la fe que ahora abrazas, mantén tu mirada firme en el Señor, y lograrás la victoria en esta tierra y por la eternidad.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Todavía recuerdo a una joven de 17 años que se bautizó a mediados de la década de 1980. Fue la primera persona de su hogar en aceptar la fe adventista. Con alegría y gratitud tomó todos los estudios bíblicos. Todas las noches concurría a la carpa donde un evangelista animaba a los oyentes a dejar sus caminos y a entregarse a Cristo; y después de meses de preparación llegó el momento de mostrar públicamente la aceptación del Salvador. Ese día se bautizó también gran parte de su familia.
Esta joven se integró en las actividades de la iglesia como cualquier otro miembro. Le gustaba enseñar a los niños de Cuna e Infantes los relatos de la Escuela Sabática. Cuando algunos miembros de su familia abandonaron la iglesia, a ella pareció no importarle, porque su actividad en el templo no menguó ni se estancó. Pero tristemente, con el paso de los años también su amor por Jesús y su entrega se fueron desgastando. Ya no había estudio de la Biblia, ni oración en su vida privada, ni testificación; solo había una costumbre semanal a punto de extinguirse. Después de casi una década como miembro de la iglesia adventista, se apartó totalmente cuando terminó la relación con su novio adventista.
Hasta el día de hoy me pregunto: ¿Habría pensado ella alguna vez que abandonaría su fe? Cuando se bautizó, ¿imaginaría que años más tarde renunciaría al pacto realizado con Dios y con su iglesia?
El acto de abandonar la fe y de renunciar a un sistema religioso es lo que entendemos comúnmente como apostasía. El libro de Hebreos dedica mucho de su contenido a advertir sobre el peligro de la apostasía y presenta una serie de "síntomas" para que el lector vea cómo está su condición espiritual.
El versículo de hoy presenta uno de esos síntomas, y el peligro está en "descuidar las cosas que hemos oído" y "deslizamos". Quizá no haya un rechazo directo del evangelio, sino negligencia. La falta de atención, la apatía y la pereza en los detalles de la vida espiritual, pueden conducir a la apostasía. La diligencia y la perseverancia en el estudio de las Escrituras, en la oración que dialoga con Dios sin la prisa cotidiana y en la testificación, son el antídoto contra este síntoma que puede resultar fatal para el creyente desprevenido.
Nunca te permitas "deslizarte" de la fe que ahora abrazas, mantén tu mirada firme en el Señor, y lograrás la victoria en esta tierra y por la eternidad.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
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