Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. (1 Pedro 2:9).
Cuenta la leyenda que mientras Hércules sostenía en brazos a su pequeño hijo, afirmó: «Un día crecerás, y te darás cuenta de que eres diferente a los demás. Entonces tratarás de cambiar tu destino, pero no lo conseguirás. Así que deberás aceptarlo. Ser diferente resulta difícil, pero puedes convertirlo en algo especial. ¡Puedes ayudar!».
Tú y yo no somos hijas de un semidiós creado por la imaginación de mentes humanas, sino del único y verdadero Dios. También él un día nos tomó en sus poderosas manos para decirnos con inmenso amor: «Has sido creada para realizar grandes cosas. Eres especial porque eres mi hija. Ser diferente es difícil, pero te da la oportunidad de hacer grandes cosas. Tienes como destino la vida eterna. No trates de cambiar el futuro glorioso que reservo para ti por un presente temporal. Aunque la derrota parezca acecharte, no temas, yo estaré contigo».
El texto de hoy nos asegura que hemos sido llamadas para formar parte de un linaje escogido, de un real sacerdocio, de una nación santa y de un pueblo adquirido por Dios, y yo añado, a un precio infinito. ¿Para qué? Pedro nos dice que para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a la luz admirable. Nuestra vida, a diferencia de la de este héroe de la mitología griega, no está regida por dioses sin escrúpulos que se deleitan en tergiversar nuestro presente para vengarse y acarrearnos desgracia. Aunque existe el mal, tenemos un Dios que venció todo pecado y su gracia nos da la victoria.
Qué privilegio tan grande poder anunciar el amor, la misericordia y el perdón de un Dios que no tenía por qué arriesgar su felicidad, pero lo hizo porque, somos especiales ante sus ojos. Nos tomó en sus manos y, con gran compasión, decidió colocar sobre nuestras cabezas una corona incorruptible. Si alguien quiere hacerte mirar atrás, recordándote tus errores pasados y tu debilidad presente, no olvides que eres diferente, porque eres hija del Dios eterno. Solo debes aceptar tu posición gloriosa y caminar con paso firme.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Cuenta la leyenda que mientras Hércules sostenía en brazos a su pequeño hijo, afirmó: «Un día crecerás, y te darás cuenta de que eres diferente a los demás. Entonces tratarás de cambiar tu destino, pero no lo conseguirás. Así que deberás aceptarlo. Ser diferente resulta difícil, pero puedes convertirlo en algo especial. ¡Puedes ayudar!».
Tú y yo no somos hijas de un semidiós creado por la imaginación de mentes humanas, sino del único y verdadero Dios. También él un día nos tomó en sus poderosas manos para decirnos con inmenso amor: «Has sido creada para realizar grandes cosas. Eres especial porque eres mi hija. Ser diferente es difícil, pero te da la oportunidad de hacer grandes cosas. Tienes como destino la vida eterna. No trates de cambiar el futuro glorioso que reservo para ti por un presente temporal. Aunque la derrota parezca acecharte, no temas, yo estaré contigo».
El texto de hoy nos asegura que hemos sido llamadas para formar parte de un linaje escogido, de un real sacerdocio, de una nación santa y de un pueblo adquirido por Dios, y yo añado, a un precio infinito. ¿Para qué? Pedro nos dice que para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a la luz admirable. Nuestra vida, a diferencia de la de este héroe de la mitología griega, no está regida por dioses sin escrúpulos que se deleitan en tergiversar nuestro presente para vengarse y acarrearnos desgracia. Aunque existe el mal, tenemos un Dios que venció todo pecado y su gracia nos da la victoria.
Qué privilegio tan grande poder anunciar el amor, la misericordia y el perdón de un Dios que no tenía por qué arriesgar su felicidad, pero lo hizo porque, somos especiales ante sus ojos. Nos tomó en sus manos y, con gran compasión, decidió colocar sobre nuestras cabezas una corona incorruptible. Si alguien quiere hacerte mirar atrás, recordándote tus errores pasados y tu debilidad presente, no olvides que eres diferente, porque eres hija del Dios eterno. Solo debes aceptar tu posición gloriosa y caminar con paso firme.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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