Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega. Mateo 13:30.
Susy era una alumna en su último año de educación media y se estaba preparando para ingresar a la universidad. Conocí a su padre, anciano en una iglesia adventista, casi de casualidad, y después de ese encuentro me invitó a predicar. En lo poco que lo conocí, lo vi como un hombre maduro, responsable, que desempeñaba su cargo con fidelidad.
Susy era mi alumna en la materia de Historia Sagrada, y a medida que fue entrando en confianza descubrí que decía malas palabras. En el aula, en los recreos, en las clases de educación física, Susy decía siempre alguna mala palabra que arruinaba el ambiente. Abordé este tema en charlas personales y en clases generales, pero nada la hacía cambiar. Una mañana, mientras yo estaba dando la materia, a Susy se le "escapó" nuevamente una grosería. Sintiendo que ya no tenía recursos para producir algún tipo de cambio, le pregunté: "¿Susy, hasta cuándo vas a decir malas palabras? ¿En tu hogar tus padres no te dicen nada cuando hablas así?" Inmediatamente Susy respondió: "Capellán, si usted escuchara las malas palabras que dice mi padre, nunca me llamaría la atención".
Desafortunadamente, algunos cristianos adventistas no practican lo que predican. Estoy seguro de que a esta altura tú también recordarás algún incidente ocurrido en tu iglesia por alguien que parecía un excelente cristiano, pero que en determinado momento manchó el nombre de Cristo haciendo algo que no debía.
Cuando los siervos del Señor notaron que en el campo había cizaña con el trigo, le preguntaron a su amo: "¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?" El dueño del campo respondió: "No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega" (Mat. 13:28-30). Y de allí se desprende una lección muy importante: el trigo y la cizaña crecerán juntos hasta la venida de Jesús.
No te desanimes si notas lo mal que se conduzcan algunos miembros de tu iglesia, lo que más importa es que tu vida esté en armonía con el único Modelo genuino: Cristo Jesús.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Susy era una alumna en su último año de educación media y se estaba preparando para ingresar a la universidad. Conocí a su padre, anciano en una iglesia adventista, casi de casualidad, y después de ese encuentro me invitó a predicar. En lo poco que lo conocí, lo vi como un hombre maduro, responsable, que desempeñaba su cargo con fidelidad.
Susy era mi alumna en la materia de Historia Sagrada, y a medida que fue entrando en confianza descubrí que decía malas palabras. En el aula, en los recreos, en las clases de educación física, Susy decía siempre alguna mala palabra que arruinaba el ambiente. Abordé este tema en charlas personales y en clases generales, pero nada la hacía cambiar. Una mañana, mientras yo estaba dando la materia, a Susy se le "escapó" nuevamente una grosería. Sintiendo que ya no tenía recursos para producir algún tipo de cambio, le pregunté: "¿Susy, hasta cuándo vas a decir malas palabras? ¿En tu hogar tus padres no te dicen nada cuando hablas así?" Inmediatamente Susy respondió: "Capellán, si usted escuchara las malas palabras que dice mi padre, nunca me llamaría la atención".
Desafortunadamente, algunos cristianos adventistas no practican lo que predican. Estoy seguro de que a esta altura tú también recordarás algún incidente ocurrido en tu iglesia por alguien que parecía un excelente cristiano, pero que en determinado momento manchó el nombre de Cristo haciendo algo que no debía.
Cuando los siervos del Señor notaron que en el campo había cizaña con el trigo, le preguntaron a su amo: "¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?" El dueño del campo respondió: "No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega" (Mat. 13:28-30). Y de allí se desprende una lección muy importante: el trigo y la cizaña crecerán juntos hasta la venida de Jesús.
No te desanimes si notas lo mal que se conduzcan algunos miembros de tu iglesia, lo que más importa es que tu vida esté en armonía con el único Modelo genuino: Cristo Jesús.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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