Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Isaías 60:2.
¡Diciembre terminó! ¡Un año más se fue! ¿Te diste cuenta de que, en esta vida, todo se va? Se acaba la ropa, la comida se termina, la juventud se va, se deteriora la vida, en fin... Desaparecen los momentos tristes, las horas felices; todo llega a su término.
El otro día conversé con una persona que me decía: "Este fue el peor año de mi vida: perdí el empleo en julio; mi esposa falleció, consumida por el cáncer en octubre; y ahora, pocos días antes de Navidad, mi única hija, de apenas 16 años, sin haber terminado siquiera el segundo año, me da la noticia de que está embarazada. ¿Qué quieres que haga con mi vida? ¿Cómo quieres que crea que existe un Dios que se preocupa por mí?"
Nada le dije al principio; solo lo escuché. Respeté su dolor, la rebelión de su corazón herido, su desesperación. ¿Qué se le puede decir a una persona que está sufriendo terriblemente? Hay momentos en los cuales la mejor ayuda que puedes prestar a una persona es solo oírla, colocar un brazo en su hombro, dejarla llorar... A veces, pienso que Dios nos dio lágrimas con el objeto de lavar el veneno que está destruyendo las profundidades del alma; el dolor que asfixia; la hiel que ahoga el espíritu. Porque hay momentos en que todo te parece absurdo. Quieres ser feliz y, por más que te esfuerzas, no lo logras; te da la impresión de que la felicidad se te escapa por entre los dedos. Otras veces, te parece tan distante como aquella estrella que observas en el cielo azul: bella, esplendorosa, pero ajena. Sientes que no te pertenece: puedes observarla de lejos, pero es como si no tuvieses derecho a ella.
Y ahora, el año se acabó; se fue. Y ojalá que, en su alocada corrida, se hubiese llevado, también, tu dolor. Pero no; no lo hizo. Se marchó, dejándote el sabor amargo de la derrota, de las cosas con sabor a feo, a horrible, a desgracia. Y aquí estoy yo, queriendo decirte alguna cosa, y sin saber siquiera cómo empezar.
Entonces, vuelve tus ojos al texto de hoy. Porque, aunque yo, como ser humano, no sepa ya qué decirte, Dios con toda seguridad sí lo sabe. Las tinieblas de los problemas pueden envolver tu vida por completo, pero amanecerá. Enero llegó, trayendo la luz de un nuevo año: créelo. No te desanimes: este año que está comenzando será diferente. "Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
¡Diciembre terminó! ¡Un año más se fue! ¿Te diste cuenta de que, en esta vida, todo se va? Se acaba la ropa, la comida se termina, la juventud se va, se deteriora la vida, en fin... Desaparecen los momentos tristes, las horas felices; todo llega a su término.
El otro día conversé con una persona que me decía: "Este fue el peor año de mi vida: perdí el empleo en julio; mi esposa falleció, consumida por el cáncer en octubre; y ahora, pocos días antes de Navidad, mi única hija, de apenas 16 años, sin haber terminado siquiera el segundo año, me da la noticia de que está embarazada. ¿Qué quieres que haga con mi vida? ¿Cómo quieres que crea que existe un Dios que se preocupa por mí?"
Nada le dije al principio; solo lo escuché. Respeté su dolor, la rebelión de su corazón herido, su desesperación. ¿Qué se le puede decir a una persona que está sufriendo terriblemente? Hay momentos en los cuales la mejor ayuda que puedes prestar a una persona es solo oírla, colocar un brazo en su hombro, dejarla llorar... A veces, pienso que Dios nos dio lágrimas con el objeto de lavar el veneno que está destruyendo las profundidades del alma; el dolor que asfixia; la hiel que ahoga el espíritu. Porque hay momentos en que todo te parece absurdo. Quieres ser feliz y, por más que te esfuerzas, no lo logras; te da la impresión de que la felicidad se te escapa por entre los dedos. Otras veces, te parece tan distante como aquella estrella que observas en el cielo azul: bella, esplendorosa, pero ajena. Sientes que no te pertenece: puedes observarla de lejos, pero es como si no tuvieses derecho a ella.
Y ahora, el año se acabó; se fue. Y ojalá que, en su alocada corrida, se hubiese llevado, también, tu dolor. Pero no; no lo hizo. Se marchó, dejándote el sabor amargo de la derrota, de las cosas con sabor a feo, a horrible, a desgracia. Y aquí estoy yo, queriendo decirte alguna cosa, y sin saber siquiera cómo empezar.
Entonces, vuelve tus ojos al texto de hoy. Porque, aunque yo, como ser humano, no sepa ya qué decirte, Dios con toda seguridad sí lo sabe. Las tinieblas de los problemas pueden envolver tu vida por completo, pero amanecerá. Enero llegó, trayendo la luz de un nuevo año: créelo. No te desanimes: este año que está comenzando será diferente. "Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
Gracias Daniel por tan valiosa aportación durante todo este año, he estudiado las 3 matutinas por medio de tus blogs y me han sido de mucha bendición. Le pido a nuestro Dios que bendiga tu vida, tu familia, tus proyectos y tu ministerio.
ResponderEliminarBENDICIONES y Feliz 2012.