Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Mateo 24:14.
Para que Cristo regrese al mundo, todos los habitantes de la tierra tienen que haber tomado su decisión a favor o en contra de Dios, ya que en ese momento habrá solo dos grupos, como los hubo en tiempos de Noé: los que se salvaron en el arca y los que se perdieron.
Para que eso ocurra, el mundo tiene que saber que Cristo está por regresar, y al enterarse, decidirse a favor o en contra de él.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha invertido mucho dinero en antenas satelitales para la transmisión de programas televisivos las 24 horas, en páginas en Internet que exhiben el mensaje de salvación, en programas radiofónicos en emisoras privadas, y en millones de páginas impresas en libros que anuncian el retorno de Jesús.
Pero más allá de lo que nuestra iglesia ha hecho para "apresurar" la venida de Cristo, es importante que te preguntes cuánto has hecho tú para que tus familiares, amigos, condiscípulos y profesores sepan lo que crees sobre el fin del mundo.
Un joven que leyó un artículo que escribí en la Revista Adventista, me envió un correo electrónico en el que me comentaba su problema espiritual. "Pastor, después de leer su artículo, me convencí de que no puedo seguir ocultando mi fe a mis compañeros de estudio. Mientras estoy solo sé lo que les tengo que decir y cómo decirlo, pero cuando estoy con ellos, siento Vergüenza' y me quedo callado. Cuando me hacen una pregunta directa, por ejemplo, por qué no salgo a bailar los viernes de noche, siempre les doy respuestas evasivas, en vez de decirles que se debe a la religión que profeso... Soy adventista de cuna y sé que estoy obrando mal, pero no sé cómo solucionar este problema".
El problema de este joven y de cualquier persona que tiene el deseo de compartir su fe, pero no sabe hacerlo o siente vergüenza, debe ser llevado ante Dios. Los apóstoles oraron durante semanas para que el Espíritu Santo descendiera sobre ellos y para que tuvieran las palabras adecuadas al predicar. El mismo Jesús dijo: "Cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo" (Mar. 13:11). Para que tú puedas contarles a otros de la fe que prácticas, primero debes recibir el Espíritu Santo, y él te dará las palabras adecuadas.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Para que Cristo regrese al mundo, todos los habitantes de la tierra tienen que haber tomado su decisión a favor o en contra de Dios, ya que en ese momento habrá solo dos grupos, como los hubo en tiempos de Noé: los que se salvaron en el arca y los que se perdieron.
Para que eso ocurra, el mundo tiene que saber que Cristo está por regresar, y al enterarse, decidirse a favor o en contra de él.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha invertido mucho dinero en antenas satelitales para la transmisión de programas televisivos las 24 horas, en páginas en Internet que exhiben el mensaje de salvación, en programas radiofónicos en emisoras privadas, y en millones de páginas impresas en libros que anuncian el retorno de Jesús.
Pero más allá de lo que nuestra iglesia ha hecho para "apresurar" la venida de Cristo, es importante que te preguntes cuánto has hecho tú para que tus familiares, amigos, condiscípulos y profesores sepan lo que crees sobre el fin del mundo.
Un joven que leyó un artículo que escribí en la Revista Adventista, me envió un correo electrónico en el que me comentaba su problema espiritual. "Pastor, después de leer su artículo, me convencí de que no puedo seguir ocultando mi fe a mis compañeros de estudio. Mientras estoy solo sé lo que les tengo que decir y cómo decirlo, pero cuando estoy con ellos, siento Vergüenza' y me quedo callado. Cuando me hacen una pregunta directa, por ejemplo, por qué no salgo a bailar los viernes de noche, siempre les doy respuestas evasivas, en vez de decirles que se debe a la religión que profeso... Soy adventista de cuna y sé que estoy obrando mal, pero no sé cómo solucionar este problema".
El problema de este joven y de cualquier persona que tiene el deseo de compartir su fe, pero no sabe hacerlo o siente vergüenza, debe ser llevado ante Dios. Los apóstoles oraron durante semanas para que el Espíritu Santo descendiera sobre ellos y para que tuvieran las palabras adecuadas al predicar. El mismo Jesús dijo: "Cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo" (Mar. 13:11). Para que tú puedas contarles a otros de la fe que prácticas, primero debes recibir el Espíritu Santo, y él te dará las palabras adecuadas.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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Por David Brizuel
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