Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán. Apocalipsis 22:3.
Al conversar con jóvenes y adolescentes sobre la eternidad que nos espera, muchos de ellos me han expresado que no alcanzan a entender lo que el Apocalipsis revela. ¿Cómo podríamos vivir la eternidad sin aburrirnos? ¿Cómo podríamos vivir en un mundo en el que no haya más competencias ni peleas? ¿Qué actividades realizaremos durante tanto tiempo?
Estamos acostumbrados a medir el trabajo, los pasatiempos y la recreación de acuerdo a los parámetros de vida actuales. Pero lo que Dios nos está preparando supera las expectativas humanas más fecundas. Mira lo que nos describe la palabra profética:
"Allí intelectos inmortales contemplarán con eterno deleite las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor... Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la inteligencia ni agotará las energías. Las mayores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones; y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender...
"Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos —mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran la magnificencia de la creación —soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.
"Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter" (Elena G. de White, El gran conflicto, pp. 736, 737).
Después de leer esta profecía, ¿crees que podremos aburrirnos en la eternidad?
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Al conversar con jóvenes y adolescentes sobre la eternidad que nos espera, muchos de ellos me han expresado que no alcanzan a entender lo que el Apocalipsis revela. ¿Cómo podríamos vivir la eternidad sin aburrirnos? ¿Cómo podríamos vivir en un mundo en el que no haya más competencias ni peleas? ¿Qué actividades realizaremos durante tanto tiempo?
Estamos acostumbrados a medir el trabajo, los pasatiempos y la recreación de acuerdo a los parámetros de vida actuales. Pero lo que Dios nos está preparando supera las expectativas humanas más fecundas. Mira lo que nos describe la palabra profética:
"Allí intelectos inmortales contemplarán con eterno deleite las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor... Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la inteligencia ni agotará las energías. Las mayores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones; y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender...
"Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos —mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran la magnificencia de la creación —soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.
"Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter" (Elena G. de White, El gran conflicto, pp. 736, 737).
Después de leer esta profecía, ¿crees que podremos aburrirnos en la eternidad?
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