viernes, 16 de diciembre de 2011

MI GOZO

Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:11.

El tránsito es intenso en el puente más agitado de Minneapolis. Es una tarde triste a pesar del verano: ayer, el huracán Dolly golpeó con fuerza el sur de Texas; a Antonio le hubiera gustado estar allí, para que el huracán acabara con él. Como no fue posible, está aquí, encima de la carretera 35, con la idea absurda de quitarse la vida.
Cualquiera que viese a este joven desesperado, jamás imaginaría que hace solo 42 días él desfilaba por el corredor de una iglesia, para recibir a su novia. ¡Cómo son las cosas! No se completaron dos meses, y Antonio cree que no vale la pena seguir viviendo.
Durante la luna de miel, pensó que era el hombre más feliz. Su esposa Eni un regalo divino. Cuando sonreía, se le formaban dos hoyuelos en el rostro; parecían dos entradas hacia un mundo de felicidad. Pero, la dicha y el gozo les duraron poco. Verdades dichas a medias habían levantado, entre ellos, una pared de dolor e incomprensión.
¿Qué hacer ahora? Antonio nunca tomó el cristianismo en serio. Aceptó casarse en una iglesia, porque su novia insistió; para él, no hacía mucha diferencia. En su opinión, la felicidad de una pareja no debe dejarse en las manos de Dios: es el resultado de la disciplina y del esfuerzo humano. Pero, él no contaba con las circunstancias absurdas que trae la vida. Toda su disciplina era incapaz de trastocar la determinación de la esposa: estaba decidida a divorciarse.
"Es injusto", pensaba él. "Dos vidas jóvenes no pueden ser destruidas solo porque se omitió la verdad". Pero, la vida es así. La verdad puede ser dolorosa, pero es limpia por ser verdad; la mentira disfraza la herida, pero cuando quitas la venda, te sorprendes con una gangrena incurable.
Antonio no sabe lo que el Señor Jesús dijo un día. El gozo, el verdadero gozo, la auténtica felicidad, la dicha plena, no es fruto del esfuerzo humano: es un regalo divino.
"Que mi gozo esté en vosotros", dijo Jesús. Solo cuando el gozo de Jesús esté en tu corazón, "tu gozo" será cumplido. La felicidad plena es el resultado natural de la presencia de Jesús en la vida: todo lo que intentes llamar felicidad, sin Cristo, es alegría hueca. Es lamentable que, para entender algo tan simple, tengamos que llegar, como Antonio, al puente más agitado de Minneapolis.
Parte hoy, para los desafíos de la vida, recordando que Jesús desea que "su gozo esté en ti, para que tu gozo sea cumplido".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

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