Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él milanos. Apocalipsis 20:6.
Al llegar Jesús a la tierra, ordena a los muertos justos que resuciten, y junto a los fieles vivos, ellos se elevan para recibirlo en el aire. El destino de los pecadores es diferente, ya que al ver a Cristo, son destruidos con el resplandor de su gloria. A partir de este momento la historia se bifurca entre lo que pasa en la tierra y lo que ocurre en el cielo.
En la tierra quedará Satanás junto con sus huestes de demonios para contemplar su reinado de terror. Sin tener a quién tentar en el mundo desolado y vacío, estos ángeles rebeldes tendrán mil años para reflexionar sobre la decisión que tomaron en las cortes celestiales al sublevarse contra Dios.
Jeremías, al contemplar el mundo durante el milenio, escribe: "Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y a los cielos, y no había en ellos luz. Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira" (Jer. 4:23-26).
En el cielo el panorama será diferente. Se realizará un juicio de verificación, en el que cada redimido tendrá la oportunidad de corroborar la justicia divina. Al investigar en los libros celestiales, nos asombraremos al ver algunos redimidos que quizá hubiéramos tildado de pecadores, pero también sabremos por qué otros que considerábamos santos se perdieron.
Una vez terminado el milenio, la Nueva Jerusalén descenderá del cielo, y dentro de ella Jesús con los redimidos. Entonces, el Hijo de Dios dará la orden para que los pecadores de todos los tiempos vuelvan a la vida y vean el premio que rechazaron.
Satanás volverá a engañar a los pecadores y formará un ejército como nunca se vio en el mundo. Intentarán atacar a los redimidos y rodearán "la ciudad amada", pero "de Dios [descenderá] fuego del cielo, y los [consumirá]" (Apoc. 20:9). Así terminará el gobierno satánico que durante varios milenios afligió a la humanidad.
Nunca más los redimidos serán tentados. Nunca más volverán a existir el dolor, el sufrimiento y la muerte. Nunca más se levantará el pecado (Nah. 1:9, 15). Por los siglos sin fin gozaremos de paz, armonía y felicidad en toda la extensión del universo.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Al llegar Jesús a la tierra, ordena a los muertos justos que resuciten, y junto a los fieles vivos, ellos se elevan para recibirlo en el aire. El destino de los pecadores es diferente, ya que al ver a Cristo, son destruidos con el resplandor de su gloria. A partir de este momento la historia se bifurca entre lo que pasa en la tierra y lo que ocurre en el cielo.
En la tierra quedará Satanás junto con sus huestes de demonios para contemplar su reinado de terror. Sin tener a quién tentar en el mundo desolado y vacío, estos ángeles rebeldes tendrán mil años para reflexionar sobre la decisión que tomaron en las cortes celestiales al sublevarse contra Dios.
Jeremías, al contemplar el mundo durante el milenio, escribe: "Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y a los cielos, y no había en ellos luz. Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira" (Jer. 4:23-26).
En el cielo el panorama será diferente. Se realizará un juicio de verificación, en el que cada redimido tendrá la oportunidad de corroborar la justicia divina. Al investigar en los libros celestiales, nos asombraremos al ver algunos redimidos que quizá hubiéramos tildado de pecadores, pero también sabremos por qué otros que considerábamos santos se perdieron.
Una vez terminado el milenio, la Nueva Jerusalén descenderá del cielo, y dentro de ella Jesús con los redimidos. Entonces, el Hijo de Dios dará la orden para que los pecadores de todos los tiempos vuelvan a la vida y vean el premio que rechazaron.
Satanás volverá a engañar a los pecadores y formará un ejército como nunca se vio en el mundo. Intentarán atacar a los redimidos y rodearán "la ciudad amada", pero "de Dios [descenderá] fuego del cielo, y los [consumirá]" (Apoc. 20:9). Así terminará el gobierno satánico que durante varios milenios afligió a la humanidad.
Nunca más los redimidos serán tentados. Nunca más volverán a existir el dolor, el sufrimiento y la muerte. Nunca más se levantará el pecado (Nah. 1:9, 15). Por los siglos sin fin gozaremos de paz, armonía y felicidad en toda la extensión del universo.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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