jueves, 7 de julio de 2011

NO LO PRUEBES

¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente. 2 Corintios 6:16.

Una hermana de iglesia me pidió hace un tiempo que visitara a un enfermo para orar por su salud. Al ingresar en su cuarto, conocí a Mario, un hombre que aparentaba tener unos 55 años. Cuando supe que había sufrido un paro cardíaco, confirmé mi presunción acerca de su edad. Pero no pude ocultar mi sorpresa cuando escuché de sus labios que tenía tan solo 39 años. ¿Cómo era posible que su aspecto fuera el de un hombre mucho mayor? Al continuar nuestra conversación, encontré la respuesta. A los catorce años de edad probó por primera vez una droga alucinógena, y a partir de ese momento fue drogadicto durante once años. En esa etapa de su vida conoció a una mujer que luego sería su esposa, y ella lo animó a que se internara en un centro de rehabilitación para abandonar definitivamente su adicción. Después de dos años de internación, lo logró, y hasta consiguió trabajo en ese mismo centro de rehabilitación. Pero las secuelas que las drogas dejaron en todo su ser eran más que evidentes: con 39 años tenía la apariencia física de un hombre mucho mayor; y aunque conservaba los mismos deseos de vivir que cualquier otra persona, sus fuerzas estaban desgastadas y consumidas.
Mientras regresaba a mi hogar, me preguntaba si alguien alguna vez le habría dicho a Mario cuando aún era muy joven: "Cuidado, no lo pruebes". No sin angustia, Elena G. de White escribió: "¡Cuántos jóvenes han malgastado en insensateces y disipación la fuerza que Dios les ha dado! ¡Cuántas historias dolorosas recuerdo de jóvenes que, por entregarse a hábitos viciosos, han llegado a ser mental, moral y físicamente náufragos humanos! Sus organismos están arruinados, y la utilidad de su vida grandemente menoscabada por haberse entregado a placeres ilícitos" (Mensaje para los jóvenes, p. 19).
La triste historia de Mario no tiene por qué repetirse nuevamente. La adolescencia y la juventud son etapas de grandes decisiones, así que procura elegir con sabiduría, guiándote por los principios divinos. No accedas ni siquiera una vez a probar lo que podría dañarte. Dios te dio la libertad para que la uses con inteligencia, para que vivas sano y seas feliz.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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