Sean prudentes como serpientes y sencillos como palomas. Mateo 10:16, u.p., RV90
¿Qué se necesita para ser grande? A continuación encontrarás varios personajes bíblicos en momentos importantes de su vida. ¿En qué momento ese personaje fue realmente grande? Me refiero a la grandeza de carácter, no a la de estatura.
Abraham
• Cuando derrotó a los cuatro reyes de la llanura para libertar a Lot.
• Cuando, para evitar más contiendas entre sus pastores y los de Lot, permitió a este escogiera la tierra donde prefería vivir.
David
• Cuando derrotó a Goliat.
• Cuando perdonó la vida a Saúl, quien lo había estado persiguiendo para matarlo.
Ester
• Cuando arriesgó su vida ante el rey Asuero, para interceder por su pueblo.
• Cuando obedecía a su tío Mardoqueo.
Ya te habrás dado cuenta de que para cada personaje menciono un pasaje de su vida en el cual dio muestras de valor y firmeza de carácter, y otro pasaje en el que se mostró compasivo u obediente. Y ahora repito la pregunta inicial: ¿En cuál de esas ocasiones cada personaje mostró «grandeza de carácter»? La respuesta es: ¡En ambas! Porque, como bien lo expresa Fulton Sheen, la grandeza del carácter no se mide por la presencia de una virtud en grado extremo, sino por la presencia de virtudes que se complementan (The Etemal Golilean [El Galileo eterno], p. 139). ¿Qué significa esto?
Lo que quiere decir es que no es grande quien derrocha valor en una guerra, pero es incapaz de brindar ayuda a alguien en necesidad. ¿De qué sirve el valor sin la compasión? Pero tampoco es grande la persona compasiva que carece de valor, porque en la vida se requiere valentía para defender lo que es justo, y para enfrentar los desafíos de todos los días.
¿Quieres ser grande delante de Dios y de los hombres? Entonces necesitas de valor para hacer lo correcto «aunque se desplomen los cielos». Pero también necesitas poseer la suficiente sensibilidad humana para compadecerte del dolor ajeno. Debes tener sabiduría para hacer el bien, y humildad para no publicarlo. En otras palabras, tienes que imitar al Señor Jesucristo, a quien su dignidad de Rey no le impidió ser compasivo; a quien su sabiduría infinita no le impidió ser humilde.
¿Será por ello que el Señor nos aconsejó que seamos «prudentes como serpientes, y sencillos como palomas»?
Padre celestial, ayúdame a ser como Jesús: fuerte y compasivo, sabio y humilde.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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