sábado, 21 de enero de 2012

UN HAMBRE DISTINTA

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados» (Mateo 5:6).

Soy del tipo de personas a las que nos gusta hacer trabajos de reparación en casa. Me gusta pintar, hacer reparaciones de carpintería y todo lo que tenga que ver con el mantenimiento en general. La fachada de nuestra casa está recubierta de madera. Debido a que después de algunos años en Florida la madera empieza a pudrirse y hay que cambiarla, he tenido que aprender a hacer esa tarea. También me defiendo bastante bien en reparaciones eléctricas y de fontanería. Sin embargo, cuando no sé hacer una tarea específica, contrato a un especialista que, seguro, hará un buen trabajo.
A veces, mi automóvil, que ya tiene quince años, me da problemas. Como no sé casi nada de mecánica, no tengo más remedio que llevarlo a un taller. La cuestión es que, aunque hay cosas que se pueden dejar en manos de otros, algunas solo puede hacerlas uno mismo; por ejemplo, comer y respirar.
Recuerdo que, cuando era niño, le decía a mi mamá: «Tengo hambre. ¿Cuándo comemos?». Por cierto, ahora que lo pienso, también se lo digo a mi esposa... No hay nada malo en tener hambre, porque si no saciáramos el hambre y la sed acabaríamos por morir.
Decir: «Bienaventurados los que tienen hambre de la buena comida y sed de agua limpia para mantener la salud del cuerpo» sería correcto. Pero Jesús nos dice que son aún más bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.
Que tengamos hambre y sed de justicia significa que ansiamos ser liberados del pecado. En primer lugar, porque el pecado nos separa de Dios. «Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han un hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros» (Isa. 59: 2). El que tiene hambre y sed de justicia quiere ser libre no solo del pecado, sino incluso del deseo de pecar.
Hoy lo invito a hacer algo. Cuando se siente a comer y pida la bendición de los alimentos, al mismo tiempo pídale a Dios que despierte en usted el hambre y la sed de ser como él. (Basado en Mateo 5: 6).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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