sábado, 11 de febrero de 2012

EL RESTO DE LA HISTORIA

Confíen en el Señor su Dios, y se sentirán seguros; confíen en sus profetas, y todo les saldrá bien. 2 Crónicas 20-20

¿Y cómo terminó la historia de Nataniel Davis, el colportor con serios problemas del cual leímos ayer? Este joven estaba tan enredado en el pecado, que Dios no permitió que Elena G. de White hablara ante una congregación ¡porque él estaba en la plataforma como uno de los oficiantes!
Sin embargo, la historia no terminó ahí. Según relata Herbert E. Douglas, la Sra. White escribió una carta a Nathaniel Davis y le pidió al pastor Arthur Daniells, presidente de la Unión Australiana, que lo visitara y se la leyera. El pastor aceptó cumplir el pedido, sin imaginar lo que le esperaba.
Cuando llegó a la casa de Nathaniel Davis, el pastor Daniells comenzó a leer la carta, pero no pudo continuar porque notó que Nathaniel tenía en su mano un cuchillo y lo movía en actitud amenazante. Alarmado, el pastor sugirió a Nathaniel y a su esposa que se arrodillaran para orar.
A pesar del peligro que representaba cerrar los ojos en esas circunstancias, el pastor Daniells oró: «Dios, venimos a ti en el nombre todopoderoso de Jesús». Al escuchar la mención del nombre de Jesús, Nathaniel arrojó el cuchillo con violencia y comenzó a llorar. Cuando se levantaron, Nathaniel admitió que había estado en contacto con malos espíritus y que ya casi había decidido ser siervo del diablo.
Cuenta la Sra. White que entre las cartas de agradecimiento que recibió cuando dejó Australia estaba una escrita por Nathaniel Davis. En ella Nathaniel le decía:
«Es para mí un placer tener la posibilidad de expresar mi aprecio por la obra que Elena G. de White realiza, y mi gratitud al Padre celestial por los mensajes que envía a su pueblo por medio de ella [...]. Tengo sobradas razones para confiar en que la hermana White es una verdadera profetisa [...]. Pido al Dios de amor y de misericordia, de gracia y de verdad, que la guíe y la proteja hasta el fin» (Herbert E. Douglas, They Were There [Ellos estuvieron allí], pp. 74-75).
La historia de Nathaniel Davis, con su final feliz, es por cierto dramática. Pero la experiencia de este joven es solo una entre miles que muestran que «todo les saldrá bien» a quienes confíen en Dios y en sus profetas.
Señor Jesús, que la segura palabra profética ilumine mi camino hoy y siempre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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