«Sea vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no", porque lo que es más de esto, de mal procede» (Mateo 5: 37).
¿Qué quiso decir Jesús con: «Sea vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no"»? Cuando era niño intentaba imaginar un mundo en el que la gente solo dijera: «Sí, sí» o «No, no». ¿Cómo podríamos comunicarnos unos con otros? Ahora entiendo que Cristo no decía que en nuestro vocabulario solo tiene que haber esas dos palabras.
Para comprender la lección que Jesús nos quiere enseñar tenemos que leer desde el versículo 33; en particular, las palabras: «No jurarás en falso».
Imagine la situación: Un nuevo presidente de los Estados Unidos «jura el cargo». Pone su mano izquierda sobre un ejemplar de la Biblia y levanta la derecha mientras jura que será fiel en el ejercicio del cargo de presidente. Este juramento es una tradición, un formalismo. Pero tengo una pregunta: ¿Por qué es necesario que una persona ponga una mano sobre una Biblia y levante la otra como garantía de su fidelidad? Hace años, cuando alguien quería que se supiera que estaba diciendo la verdad, decía: «Lo juro sobre un montón de Biblias».
Cristo enseña que nuestra palabra tiene que ser de fiar porque somos quienes somos. Nuestro «sí» tiene que significar «sí»; los demás tienen que poder confiar en que cumpliremos lo prometido o permaneceremos firmes en nuestro «no» cuando no podamos comprometernos a hacerlo. Decir «sí» cuando se tiene intención de decir «no» es una falta de honestidad, es una manera de oponernos de forma subrepticia. Crea una falsa apariencia que esconde la verdad, engaña y debilita porque socava la confianza de los demás en nosotros.
No seamos de esa clase de personas que necesitan jurar sobre cualquier cosa para dar fuerza y validez a sus palabras. Seamos de aquellas personas cuyas palabras van cargadas de fuerza y autoridad por ser quienes son, personas que cuando dicen «sí» es «sí» y cuando dicen «no» es «no». Con la ayuda del Espíritu Santo, desarrollemos la fuerza de carácter necesaria para cumplir nuestras promesas y la integridad precisa para decir la verdad tal y como la entendemos; de modo que usemos palabras que identifiquen la verdad, promuevan la bondad y edifiquen a los demás.
Señor, te ruego que me perdones si no he sido fiel a mis promesas. Concédeme la gracia de ser fiel a mi palabra, y a tu Palabra. Basado en Mateo 5: 33-37
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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