Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron (Apocalipsis 21:4).
No pude mantenerme en pie y caí al piso sosteniendo el ramo de flores que llevaba. El dolor era tan gran de que impidió acercarme al ataúd donde yacía mi abuelita asesinada brutalmente el día anterior.
Quizás pensábamos que era inmortal, dijo mi tío, y ¡cuánta razón tenía! Como humanos, tenemos la tendencia a creer que la muerte no tocará a nuestras puertas. Pero si llegar ese día no debemos olvidar que nuestro Padre promete siempre estará a nuestro lado. La presencia de Dios fue algo palpable durante aquellos momentos tan duros. Muchas situaciones casi milagrosas ocurrieron en torno a aquella tragedia y con certeza afirmo que fueron manifestaciones del amor de Dios por nosotros.
Tal vez te haya tocado vivir una situación similar o a lo mejor estas sufriendo por algún motivo diferente. El hecho es que vivimos en un mundo donde las lágrimas no se hacen esperar y nos llegan a todos por igual.
Creo que Dios permitió que aquel suceso ocurriera. Pero aun así, me siento impotente al ver que a mi alrededor hay tanta hambre, muerte, tribulación, guerra, destrucción, agonía, y por todo ello me siento desvalida. En esos momentos mi esperanza me alimenta y me fortalece. Es entonces cuando más anhelo el regreso del Señor, quien ha prometido enjugar toda lágrima de nuestros ojos. Esta vida será parte de un pasado. Será una historia que también olvidaremos.
En el cielo no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque él nos ha prometido una vida de gozo y felicidad. ¿Desearías vivir allá para siempre? Yo lo anhelo. Para llegar al cielo únicamente debemos perseverar en el conocimiento de Dios y heredaremos todas estas cosas (ver Apo. 21:7).
Mi querida hermana, cuando Cristo venga por segunda vez y resuciten nuestros seres amados que hayan muerto en el Señor, ¿qué haremos? Yo iré tan rápido como me sea posible a abrazar a mi abuela y a todos mis seres queridos.
Padre amante, te doy gracias por ayudarnos a sentir tu presencia en momentos difíciles. Por favor danos la fortaleza para vencer y enséñanos a disfrutar la vida que hoy nos toca vivir, y sobre todo a anhelar y desear una vida mejor: la vida eterna.
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Karin Verboonen es mexicana. Es esposa del pastor Daniel Juárez, quien actualmente dirige el distrito de Jalpa de Méndez.
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