«Porque cuáles son sus pensamientos íntimos, tal es él» (Proverbios 23:7).
Todos los pecados se originan en el pensamiento. La tentación de hacer el mal empieza con un sencillo pensamiento. Cuando eso sucede todavía tenemos la posibilidad de escoger si resistimos o cedemos.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Una de las principales características con las que nos dotó es la capacidad de imaginar cosas. Gracias a la imaginación podemos vivir una experiencia incluso antes de que suceda. Esa facultad permite que el inventor cree algo que jamás ha existido excepto en su imaginación, es decir en sus pensamientos.
Antes del Diluvio, «la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y [...] todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal» (Gén 6:5). La imaginación corrompida de aquella generación provocó la destrucción de la tierra por medio del Diluvio.
El primer lugar donde se libra la batalla entre el bien y el mal es la mente. Si queremos ganar esa batalla, antes tendremos que ganarla en nuestros pensamientos. Cuando pecamos con los actos, aun antes de que sea evidente, ya hemos pecado con el pensamiento.
Hay un viejo refrán que dice que somos lo que comemos. De la misma manera, la Biblia dice: "Porque cuáles son sus pensamientos íntimos, tal es él». En otras palabras, somos lo que pensamos. Jamás obtendremos la victoria sobre el pecado si antes no hemos vencido nuestros malos pensamientos.
Nadie «cae» en el pecado. Nos deslizamos o entramos en él. A veces podemos incluso correr a su encuentro. El pecado no es un pozo en el que caemos por accidente o un precipicio moral que nos engulle. Es un desliz, un desliz del pensamiento.
Oramos para que el Señor nos dé la victoria sobre nuestros actos. Sin embargo, teniendo en cuenta que el pecado empieza en la mente, también deberíamos orar para que el Señor nos ayude a vencer los pensamientos pecaminosos.
No habrá lugar para ellos si tenemos la mente llena de pensamientos puros. Es probable que en Filipenses 4:8 se encuentre el texto más poderoso de la Biblia en relación con los pensamientos: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad». Basado en Maceo 5:28
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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