Entonces Lot escogió todo el valle del Jordán, y se fue al oriente del lugar donde estaban. De esta manera, Abram y Lot se separaron. Génesis 13:11.
Las decisiones son los ladrillos con los que construimos el edificio de la vida. Desde el momento en que abrimos los ojos a la luz de un nuevo día hasta el momento de cerrarlos para el descanso nocturno, estamos tomando decisiones: ¿Me levantaré de la cama o seguiré acostado? ¿Qué ropa me pondré? ¿Estudiaré ahora para el examen?
Hay, sin embargo, un aspecto del tema que no puede pasar desapercibido: aunque podemos equivocarnos en algunas decisiones, sin que nada importante ocurra como consecuencia, en algunas situaciones está «prohibido» equivocarse. Me refiero a las decisiones que pueden afectarnos por el resto de nuestras vidas. El ejemplo de Lot nos ayudará a entender este punto.
Lot era un joven adulto cuando su tío Abram (al que Dios más tarde llamaría «Abraham») lo llevó consigo al salir de Ur de los caldeos (ver Gen.12). Por estar asociado a Abraham, a quien Dios bendijo material y espiritualmente, Lot muy pronto prosperó. Su riqueza en ganado aumentó tanto que la tierra donde él y su tío habitaban resultó pequeña para ambos. Con el fin de evitar las peleas entre ellos, acordaron separarse. Cada uno debía escoger la porción de tierra donde viviría.
¿A quién le correspondía escoger primero? ¿Y a quién le correspondía la mejor parte de la tierra? Por supuesto, a Abraham. Fue a Abraham y a su descendencia a quienes Dios prometió su bendición. Pero, ¿quién escogió primero? Lot. ¿Y quién se quedó con la mejor parte? Lot (ver Gen. 13:10,11).
¡Qué mal actuó Lot! ¡Y qué preciosa oportunidad perdió! Era el momento para agradecer a Abraham por haberlo sacado de la ciudad pagana donde se crió; y para agradecerle por la riqueza que ahora poseía. Pero nada de eso ocurrió. La belleza del paisaje y la posibilidad de mayores riquezas lo encandilaron.
Lot se salió con la suya, por el momento. Lo que no imaginó fue que había tomado la peor decisión de su vida. El «paquete» que había escogido incluía, no solo las riquezas del valle, sino también la perversión de Sodoma. El desastre estaba tocando a las puertas y Lot no lo sabía.
Santo Espíritu por favor ilumina mi mente al tomar las grandes decisiones de mi vida, a partir de hoy mismo.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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